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Mostrando entradas de febrero, 2014

En el umbral

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Pero, ¿dónde es que te he puesto? No recuerdo bien si fue entre mis anhelos entre mis ganas de verte cada día o simplemente, en el revés de cada verso Sin embargo, te veo... te veo en la sonrisa del día, allá del horizonte en el brillo de las cosas que te nombran en el río que me atraviesa de lado a lado y siembra puentes entre tus besos y mis sueños Te veo en el umbral de mi puerta sembrando bienvenidas entre tus brazos y los míos, y nos veo... Te veo y me veo en la corriente temprana acariciando las heridas y en el debajo de mi cintura, te veo y te siento Te veo en mi biblioteca, entre mis libros entre mis versos te veo saltando asaltándome a besos, entre sonrisas y deseos y te veo, también, con las manos llenas de nombres llenas de ríos, de mares y de montañas... hoy te veo.

Vestir su desnudez

Yo convergía desde todos los puntos del universo hasta esa línea bendita de su escote. Sus labios eran una invitación abierta para todos los besos que urgían por vestir su desnudez.

Los poemas también...

Los poemas también mueren. A veces, mueren de pie o al pie de quienes los hubiese coronado de vida siendo la gracia de tal inspiración. Los poemas también mueren. Yo acabo de matar uno en el desgarro de este corazón cansado de estar cansado de tu nada. Los poemas también mueren. Pero mueren como los ríos en las crecientes; arrastrando todo a su paso desolador heridos por tan absurdas crueldades. Los poemas también mueren. Primero, se les pudren los versos se les secan las rimas y los sentidos y por último, se hacen polvo que al polvo van. Los poemas también mueren. Mueren a traición y por olvido; pero mueren enterrados vivos para siempre quedándose ciegos, sordos y mudos.

De la piedra latente

I El tiempo de los besos y los desgarros queda atrás... se me hacen piel con los recuerdos y los entierros a podrirse en un corazón harto de estar harto, por tantas cosechas híbridas. II Desolación... desierto que se define en sus opacos en corrientes de sentires paralizados... congelados en llantos sin lágrimas, a falta de los besos y la saliva. III Debí arrancar de mi pecho esta piedra gelatinosa dejarla secar al viento del tiempos tierno pedregal de los frutos incomibles Debí escapar hacia el interior de su hueco húmedo. IV Pero no todo es desolación y frío, y campos yertos no todo es jardines mustios y amargos desvelos también hay... despertares de una esperanza aún viva viva y a pesar de tanto dolor enraizado piedra latente de todo alimentándose de olvidos para poder sobrevivir.

De los desamores

De pronto, uno despierta al día de los desgarros todos del alma e intenta reunirse en sus partes sobreviviente de las mutilaciones. De repente, los nombres desaparecen y todas las promesas rompen en más de mil fragmentos. "Era de esperar" -susurra una voz socarrona y el cielo pierde sus colores; y el sol lacera con sus rayos. ¡Cuántas mitades buscándose agitan el valle de los desamores! Pronto, nos damos en ser en un hervidero de preguntas de respuestas quebradas que no llegan jamás nunca de solicitudes olvidadas por alguien que también se desarma en preguntas. Así, estamos enterrados, solos, en las ruinas de la indiferencia.

Entre dos

Uno solo puede construir silencios... pero entre dos, ¡ay, amor!, entre dos el universo puede mutar su nombre y pasar a ser... nuestro silencio todo.

Las heridas se abren

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Obscenos... los pájaros crepitan bajo tus senos y el oleaje de melancolía que sudan tus noches apenas semeja lo que ha sido mi vida a tu lado. Ya no conviene recordar quién escondió el puñal. Las heridas se abren para mostrarnos diferentes; lejanos a esas sombras que dotamos de colores, para pasar una temporada en el infierno amoroso de los besos y las lágrimas que nos desbarataban. ¿Cuántos sueños hemos invertidos en amarras? Todos y ninguno han valido al final esta muerte; palabras que se nos fueron pudriendo en floreros cuando la tarde se guardaba los últimos pétalos. Yo te quería, claro que te quería; tanto como tú has gastado noches y días amando esto que soy y no hemos desfallecido en el intento tan pronto pues teníamos puesta la fe más allá de los espejos.

Esa maldita sed

De este otro lado de las sombras hay besos que me han remitido a ti sea ya por húmedos y tibios o por ese desasosiego de la sed como manera furtiva de buscarnos encontrarnos y devorarnos hacia los adentros, explorando nuestros vacíos Esa maldita sed que no se sacia que araña y rasguña las gargantas que las seca y las parte en dos como a corazones de arcilla como a cántaros a la vera de una fuerte seca, bajo el sol del estío Esos eran tus besos, aquellos los míos acaso ya olvidados, acaso ya agotados como resquebrajados pétalos sobre la arena.

Cuando sonríes

Tengo los versos entreverados entre tus noches y mis antojos entre tus días y mis soledades y tengo... ¡todo esto acumulado! Tengo una sonrisa fresca... y río ante tus ojos, cuando me miras, y entre tus labios cuando sonríes. ¡Te llevo grabada en la sonrisa del día!

En tu humedad

Te quiero ni bien me amaneces; pero te quiero aún desde antes, cuando mi sangre en polvorín en tu humedad... arde y quema. En la sonrisa anhelante en las pieles que se tersan al despuntar la mañana o en las corrientes agolpadas entre todos los sentimientos; entre tu ausencia... mis ganas y aún en nuestros "te quiero".

Me dueles

Lo sé, estoy a solo una decisión de distancia; y a unos milenios de toda anodina esperanza o a una mutilación de todo abrazo esperado. Lo sé, me dueles a desgarro en pecho herido. Me dueles en las silentes sombras de la noche y en la madrugada me dueles, en cada hora rota en el desvelo todo; y en cada instante me dueles, como cuando el vacío... nos recubre las miradas.

Nadie sale vivo de aquí

La probabilidad de salir con vida de esta, no se resume más que a intentos fallidos de perpetuidad y ego. "Nadie sale vivo de aquí." -Lo dijo el maestro, y yo no lo dudo, ni un instante. Pues, entonces, salid y vivid todo cuanto puedas. Vivid hasta tus otras vidas, la de tus sueños, la tan anhelada y deseada desde siempre. Usa todas las máscaras que te sea lícito usar. Deja atrás los preceptos del "No se puede". Hoy puede ser tu primer y último intento, no lo desperdicies. El fracaso es solo una perspectiva en los ojos de los que ya las vivieron y no se hallaron a "Sí mismos" en el otro. Tú tal vez puedes.

Estado febril

La última de mis semillas de noche quedó enterrada a tres palmas por debajo de tu ombligo, entre tu falta de estilo corriente y tu tacto de sombras en llamas. Yo te buscaba; quería ser tu agitación entre las ramas del árbol de la locura; y me alimentaba de tus hojas vacías, escritas al roce de las cosas mundanas. Al cabo, fui arrastrado hasta tus orillas.

Florecer en poemas

Una mañana de estas, voy a cruzar el umbral de los imposibles y te voy a estrujar los versos de los labios hasta florecer en poemas a las sombras de la lluvia.

El idioma de las flor

Yo no comprendo el idioma de las flores; solo sé que el amanecer es un beso el que alumbra y que todo lo demás despierta con tu aliento y tu saliva.

Mini-Poema Masacre

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Yo no sé de traducir este dolor tan agudo tan de clavos oxidados de puñal desafilado de desgarro a carne viva de rasguños herrumbrados. Yo no lo sé, pero me duele hasta el alma.

Perro bobo

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Durante que estuviste no me dejaste ser tu sombra; ahora dime, ¿por qué crees que debería serlo hoy, tratando de alcanzar tu huida?

Soneto trunco

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Jamás he intentado coger entre mis dedos el pececito rosa que flota cálido en tu boca. Creo que jamás lo haría, que no lo buscaría pues me gusta sentirlo jugando en la mía. Y cuando ya tranquila la noche y los latidos acerco mi oído a la tempestad en tus pechos y me dejo envolver por las olas de tus suspiros. Sé que he podido escapar ileso del naufragio; pero ¿a quién le puede importar escapar si uno se siente renacer en esos temblores de vientre?

Fragmentario de Uno y Dos

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Segunda Parte 1. No puedo compartir el sentido doble de tu ausencia; apelo a encontrarte en el borde álgido de mis mentiras. 2. Si la mentira abriga tu piel ya eres esclava del verso que te maquilla. 3. No preguntes por la noche si no has palpado la oscuridad entre las sombras de los días. 4. Yo no adoraba tu superficie en vano, sabía bien que era el claro camino para ahondar en lo profundo de tu alma.

Tartamudeo

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Ella aprendió el tartamudeo inútil de los hombres, y desde entonces, anda transformando todo lo que toca en versos; y se ahoga cuando un sí y se inunda cuando un no. Sale a la calle cada mañana como queriendo embestir los verbos, y se da con la dura realidad de los pretextos. Ha mentido, lo sé; pero, lejos de ser un alma que contaminada, dice siempre la verdad. Ella anda y anda sin volar dando pasos por entre las ramas. Cae de día, muy lenta, y como la tarde se ahonda en oscuridad.

Ella, la rosa

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Está de más suponer el color que llevará la rosa. Ella será bella o será hermosa, y en el poema quedará el misterio. Ella ha sido y será todos los siglos por venir; silencios que se escriben en la delicada melodía de la tarde.

Tus formas

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Tú debiste conservar todo; incluso la noche enredada bajo la luz de tus sombras. Esa forma cautiva buscando la oscuridad donde por fin descansar a orillas de las estrellas. Yo alucinaba tus formas en movimientos. Te intuía huracán o volcán desbordando el epicentro de mis caderas.

De poeta a poeta

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Bien no sé si ha sido tu sonrisa o quizás ese brillo en tu mirada los que han dicho en el silencio mi nombre, mi amor y tu verso. Puede que hayas nacido en mí, y en cada verso de mis poemas como un canto que se encarna en el revés dichoso de cada letra.

Solo un poema de amor

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Y aunque fallo en el intento por deshacer tu nombre que me sigue a cada paso en el encuentro con el día como fantasmas en procesión entre clamores silentes o como noche que se ha tragado la luna de un solo bostezo, voy a tender puentes de espinas para llegar y besarte. Entonces quizás, tu nombre sea la cifra de todas las cosas; y callarte... implique algo así como sembrar las semillas del caos. Y es que tus labios, tal vez, cerrados como medianoche y brillantes como diamantes, sean la sonrisa alegre de un dios que se distrae recreando el universo entre tus besos y mis versos.

Es domingo

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Que nada rompa con la línea austera de un decir calmo. Es domingo y ya; solo una voz calla más allá de la mía. Se abre un silencio y todo lo que ha sido renace en fantasmas.

Fragmentario de Uno y Otro

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Primera Parte  1 Me amanece nublado y menos pensado que ayer, sigo mordiendo su ausencia, indiferente de mí. 2 Soy una canción desgarrada, toda emparchada de tangos. 3 Harto de estar más que harto harto de andar sin encontrar tal vez, por ni siquiera buscar o por seguir tras las huellas de mis desvelos en claridad, he venido a clavar mis rodillas ante el altar de mi fe en ti y hacer de este momento mi región última y primera y mi necesidad de ser en ti. 4 Tengo dos sueños juntos uno frente al otro hundiéndose los párpados el uno contra el otro como en batalla naval. El primero en bostezar pierde. 5 Lo que me conmueve de ti tiene menos que ver contigo, y más con lo que me provocas. Al cabo, uno se ama en el otro. 6 Yo liberé los pájaros de la indulgencia que aleteaban entres tus pechos. Hice de ellos un jardín posible para todos mis tormentos, donde reposaban, agotados, los amaneceres, después del amor, cuando las jaulas lucían abiertas. 7 Sentir en puño cerrado la impotencia. P

Lo raro es

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Lo raro es llevarte prendida a mis silencios a un callarte que no va con olvidos y que no alcanza a perdón lo raro es tener que lidiar contigo cuando estrujo algún sentido cuando rebano alguna idea o cuando me doy a improvisar instantes sobre el instante en esto de aprender a llevarte y hacerte sombra entre las sombras de algunas de mis palabras.

Dónde fue

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¿Dónde fue que me hice un verso latente; en qué poema; en qué recóndita soledad? Solo a nuestro pesar, nos fuimos callando como quien apaga una estrella en la noche. Éramos reflejos de una misma lágrima azul ahogándonos... en los océanos de la tristeza. Tú me esculpías en simetría con tus dolores; yo te escribía fiel, a la altura de mis abismos. ¿Dónde fue qué, y en qué tiempos remotos, tu beso mordió la levedad de mis muertes? ¿Dónde fue que dejamos las flores benditas que, tu nombre y el mío, cultivaban a diario? Eso yo no lo sé... ni lo sabrás tú tampoco. Solos, cada quién en extremos distantes sabremos finalmente, decires susurrantes entre las copas de los sauces, a los vientos.

Invención de la luz

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Yo no conozco la invención de la luz a la hora de mis desvelos; solo sé de palpar tu nombre, en las penumbras y entre las sombras.

Siempre habrá olvido

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Siempre tengo presente que voy a olvidar, incluso, y sobre todo, tu nombre, tu rostro, y tal vez... este antojo de verte de cuando en cuando; o de que al salir a caminar y perderme desorientado en mí, ni bien haga tres cuadras ni bien gire en una esquina o bien al cruzar una vereda... siempre habrán una baldosa o una vidriera una nueva cara o algún alma, inevitablemente... a ser olvidada jamás pasada por mí, ni por este otro que me escribe a derroches o que me olvida, cada vez que me calla en sus palabras.

Como quien no quiere

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Como quien no quiere te has confabulado con todas las formas de tu nombre para borrarte de mi memoria. Yo aún te busco y te reinvento y te ando haciendo la pasada por entre las veredas del pasado y las calles del verso color tierra. Te busco; y aunque ya no doy con tu desnudez en flor te encuentro vestida de poemas entre mis rimas y mis desvelos.

Despunta la mañana

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Amanece, tan simplemente como eso como ya ha ocurrido tantas otras veces y como se ha llorado por esto o por aquello o como otras tantas veces, nos hemos secado. Como nos hemos estrujado millones de veces hasta darnos vuelta y que nos llueva por dentro o hasta que ya no haya quedado nada... ni el amanecer, ni las lágrimas, ni los recuerdos. Tan así amanece... como si nada, por nada; solo y simplemente inevitable. Pero amanece. Sea ya en un ojo gris o en otro verde azulado solo nos amanece y ya. Despunta la mañana.

Las palabras

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Las palabras conspiran renacen de entre los sentidos me buscan donde el suspiro y me encuentran entre mis versos donde la noche se hace día y el día se desgrana en tarde y muere. Las palabras tienen esa magia de las piedras; se congelan a las sombras de una espera y no siempre brotan a la luz de un poema.

Al revés

¿Y cuando la poesía no lo ha podido? Entonces, el agotamiento ha ganado y tú, al revés, sigues siendo un dolor que cuando despierta me hace noche y la angustia le gana a nuestro olvido.

Profundidad

Lo más profundo de ti estaba a flor de piel. Ni tus sueños me seducían ni aún tu cielo de carencias. Yo ahondaba en tus huecos buscando un sentido oculto.

Desgano amor

En tanto que tú le sacudes el polvo al desgano amor otros le sacan polvo a los antojos acumulando noches y los muebles resplandecen a la luz de velas (y los deseos) Las noches... se apagan en amaneceres azucarados. Indiferentes del tiempo de las hogueras que arden otros se queman y no piensan sino en los ardores; otros se miran frente a frente y a nuestras espaldas otros se llueven y colman. Y por cada sueño que se viene en ruedo abajo por cada lágrima que corre por los cristales de los ventanales de la nostalgia corriente hay una igual o peor que tú tragándose llantos a silencios.

La vieja ramera

Inspiración, ¡vieja ramera! no creo en ti, ni en tus besos. Lo mío es un ejercitarme; caída libre sin paracaídas. Nada te debo, ¡vieja avara! ni a ti, ni tus hordas de musas. Escribo cuándo y lo que quiero sin pedirte permiso ni llamarte. De las divinidades todas... ¡tú eres a la que menos tributo! Vieja fea, esperpento nocturno arrugada y pútrida meretriz. Otros lleven flores a tus pies; yo solo llevaré rosas a mi amada; a ella besaré las llagas, las arrugas los labios secos, cuando ya viejos. A ti te he dado estos versos, y no me leerás más escribirte; guárdatelos bien... dónde sea. Ya eres parte de mi olvido.

Éramos

Éramos tan jóvenes, y el mundo tan viejo y loco que supimos de volvernos cuerdos en este manicomio.

Los días

Dime qué costado prefieres, y al amanecer me quedaré allí esperando. Los días demorarán lo que tardes en mirarme.

Querer amarte

¿Cómo es que voy a poder volver, ¡oh, fiebre brava de mi nostalgia! si mi espíritu loco se ha perdido entre los laberintos enceguecidos? Las huellas de este querer amarte crecen entre las amapolas blancas. Te espero, sí. Voy a esperarte como una sombra en la noche silencioso, oculto y sin nombre. Te espero; y no hay claridad ni sortilegios... que me roben lo más diáfano de tu nombre.

Mujeres llamas

Las hay las que deben ser amadas tal cual por lo que son inconmensurables como sexos en expansión tragándose el cosmos al despuntar cada mañana.

Palpar tu nombre

Yo no conozco la invención de la luz a la hora de mis desvelos; solo sé de palpar tu nombre en las penumbras y entre las sombras.

Los que se aman

No me puedo convencer de lo contrario el fuego no te comparte conmigo, si no es de esta triste forma que la de las cenizas. El fuego, tú y este yo en llamas; una combinación perenne del infierno de los que se aman.

Hay voces, la tuya

Hay voces que devienen poesía en medio de las tempestades del silencio la tuya rosa enfurecido de los vientos ha sido para mí un fiero huracán que me ha atravesado, de lado a lado, y me ha puesto del revés el corazón dejándolo expuesto a tu ausencia.

No tengo más

No tengo más que esta fragilidad quebrada desde hace tiempo; y aunque me hubiese gustado guardarte los cristales aunque no más sean molidos... se me han hecho sangre en las venas.

Fue la rosa

Fue la rosa desarmándose entre tus manos, la que me nació en el poema. Era un simple encantamiento a perdurar lo que dura el amanecer.

Cuajado a flor de piel

Solo tengo este cariño cuajado a flor de piel como herida que luce fieramente un guerrero tras las sombras avivadas de un adiós abatido. La hora del desarme suena hondo... Es la paz, volverse de cara al olvido... y continuar solos dando trancos a ciegas, a la vera de la noche. Yo le abría tajos a la ausencia... furiosamente. Ahora tengo que zurcir abismos desangrados, cada vez que el silencio... me repite tu nombre.

Desaparición

De a poco, el olvido echa raíces en mí, y en todo aquello que alguna vez, pude representar sin ir más allá de las palabras. De a poco, todo lo que importó queda reducido a nada; y ya ni el nosotros que alguna vez fue algo es ahora solo una sombra.

Parte del cielo

La luz me ha bañado de canas y estoy algo más viejo y mojado, sin tanto para decir por hoy y tanto para callar mañana. Y sí, un día me tenía que pasar. Yo te lo he dicho muchas veces: quiero ser como esas nubes y salir corriendo por los bordes quiero ser parte del cielo y llegar, llegarte y llegarme como lo hacen los aguaceros, y terminar, terminarme, y terminarte.

Lloverá

Mañana, si acaso existe; si existe tal vez, volveré. Ya no seré el mismo, no; otras ciudades lloverán tras estos ojos cansados. Otras serán las rosas, y otros los jardines. Lloverá. Es tarde para buscar abrigo. Yo bebía de ti los sueños cuando nacían a cántaros al caer la tarde, entre los lirios.

Sospechas

Tengo sospechas de todos los colores y tamaños sospechas grandes, pequeñas y medianas sospechas taciturnas y sospechas de madrugas. Sospechas de sospechas hechas mal hechas, maltrechas y deshechas; sospechas del día y de la noche del nombre que me grita tu silencio sospechas de la endecha que te llora; y sospechas de las lenguas la natural y las extranjeras sospechas de esta lengua que supo de saberme a mí mismo y sospechas de la lengua que supo saber de ti en sospechas de desconsuelos y lágrimas de los desechos. Tengo sospechas, sospechas y más sospechas; y aún así, luego de tantas sospechas, tengo la certidumbre de que aún me quieres.

Saber caer

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Saber caer no es más que arrojarse sin miedo al vacío. Probar en nuestra santa inocencia que no teníamos alas; que no éramos ángeles y que sabíamos los riesgos de maltratar las alas; pero que, y sin embargo, igual saltamos. Yo no sé que tan certeras son las máximas del docto o del poeta, solo sé que las caídas no son la muerte y que la muerte... no es tan dramática ni oscura. Solo sé que besar el polvo no es tan malo que revolcarse en la tierra es algo sagrado que morder a rabia la lluvia no es en vano y que cultivar una rosa en el poema es verdadero. Saber caer desarmarse, desmembrarse y difuminarse quizás tenga de suyo los silencios prendidos al revés de los sentidos y las palabras.

Sentir que mis versos

Me gusta sentir que mis versos son una alta torre o una canción en llama; que son una hoguera incesante o una pasión latente en las venas. Me gusta mucho que sean un suspiro en fuga y un despertar todo mojado; que sean un agigantarse al verte o pensarte o tan solo al intuirte cerca, alegre y sonriente, saltando entre mis rimas e incertidumbres. Me gusta sentir que mis versos son un músculo duro que salta vivo, enérgico, exultante, soberbio y vigoroso; y que se abre paso entre los blancos y el negro del fondo; y que no tiemblen ante el silencio rellenándolo de suspiros, gemidos y besos.

Bajo este cielo

Este verano promete lluvias pero de esas que no mojan de esas que traen ausencias entreveradas entre las nubes. Miro el cielo con gesto de sed como esperando beber de él la noche, el diluvio y el sueño tendido sobre la hierba fresca. Hoy tampoco lloverá, ya lo sé solo me aguarda el desespero el deshacerme bajo este cielo insidioso por verme desierto. El tiempo de las flores ya fue; me queda afilar estas espinas erguidas sobre la piel doliente entre el recuerdo y las heridas.

Libertad

Libertad. Ni el pájaro ni el ala ni la pluma. Solo el vuelo así sin más y con todo. Amar a cielo limpio o a nube por venir a esplendor despejado o a tormenta en desasosiego. Libertad. Hasta donde raje -cuando raje- o hasta anhelar el abrazo de la tierra en caída libre.

No importa

¿Y qué importan, distancia y tiempo, cuando el deseo es uno y las pieles se sienten? No importa eso, realmente cuando la noche llega y hace estrago en las penumbras por debajo de las sábanas, con los recuerdos que se palpan casi presentes y los besos son casi besos; y las caricias que siempre mojan. Las manos, las tuyas las mías o las de la confusión sacian toda esta ansia que trae consigo esta maldita ausencia de ti. No importa realmente no importa, distancia y tiempo, cuando hay dos que se sienten.

Debo dormir

Es tarde, debo dormir el sueño de los idiotas. Me cansé de agotar los verbos en el fondo del vacío. En mi jardín de estrellas muertas se ha congelado una flor. El viento la batía cual mariposa del silencio en los campos mis noches. El día amanecía y yo como un Lazarillo lo acompañaba hacia el ocaso. He soñado demasiado, es hora de dormir callado entre mis sábanas vacías.

Divagaciones

No he entendido muy bien si han sido tuyos los besos; o si ha sido la brisa del alba entrando por mis ventanas... son besos posados en labios o son labios sobre los besos. ..................................................... Hoy no se me antoja el poema ni el hilado de versos; menos tú a desgano de agotarme siempre. El desgano me dinamita el ánimo, y me asalta desde cada rincón, de a ratos. Algún día, aprenderé a descansar cuando abandone el simulacro de las sábanas. .......................................................................... Solo me gustan los colores que se pueden palpar ¿y a quién le puede importar tocar el cielo, si el arco iris está debajo de tu cintura? De ti bebo esa amalgama. ....................................................... Solos, a mitad de la noche de la noche nuestra hemos de desangrar el poema del silencio. Escudriñando soles buscándonos vivos siguiendo los latidos escasos tras el alba. ..........................

Hoy no sé

Hoy no sé de qué lado de la soledad dormiré o en qué pensamientos empezará el sueño; si es acaso, acude a este cansancio de siglos o si se quedará varado en algún antiguo dolor. Hoy no sé de qué color vestirá esta ausencia pero sé que su desnudez pura me escandaliza y sus dientes afilados... y sus noches de ojos o su lealtad de agujero, en el vientre del vacío. Hoy no sé repensarme... lejano de aquellos días; y las paredes te llaman; y los mosaicos partidos y las huellas borrosas, en el detrás de las sábanas. Todo, absolutamente todo, es noche que clama.

El camino de la metáfora

Pero... aún debo ejercitarme en toda clase de imbecilidades. Cargo con una sed mitológica, salvaje como pocos, asesino. Me he soñado corriendo furtivo, entre los árboles del bosque azul despedazando ilusiones infectas, frente a la inocencia de los niños.

Esta tarde

Esta tarde te esperé miré caravanas de sombras perderse en las fauces de la noche. Algo de mí fue devorado con ellas algo de mí escapó, en un suspiro cuando creí sentir tus pasos acercarse. Algo le crujió a la noche entre los dientes; creo que fui yo, bien ya no recuerdo.

Por un tiempo

¿Por qué si era tan fácil sentar mano en nido ardiente el pájaro rosa tardó tanto en llegar? A ti debía cada una de sus plumas; a mí cada vez que le cogí del cielo. Así fuimos felices, por un tiempo y las sábanas lustraban jaulas; y los días eran puerta abierta. ¿Qué pájaro podía cantar mejor, si nosotros prestábamos las voces?

Hasta ayer

No me ha sido necesario besar las huellas de tu huida; me ha bastado mirarme el costado y ver un corazón desangrado. Ni siquiera te lo has llevado al hacer las maletas de los sentires, como si todo lo vivido no te hubiese servido como papel de embalaje. Ni siquiera me has dejado un beso posado en el lado oscuro, donde hasta ayer has habitado.

Terrazas del sueño

No es que prescinda de mil lágrimas; ni de andar por la vida en caída libre. Es que me excede de sobremanera... el aire que desgarra mi pecho y nada. Es también, el cielo que me estrecha, que me sale al vuelo muy por delante, y que me invita al suelo de los olvidos; más allá... de los causales necesarios. Yo he caminado las sombras sediento. He dejado, atrás, el peso del agravio como quien deja muy atrás la herida... del tiempo, del tirano o de la cruel vida. He bebido hasta el desborde los días; he recreado todas las constelaciones; he probado del dulce deleite del amor; y he representado todos los dramas. Recostado en las terrazas del sueño... me he dado en sostener el firmamento hilando una a una todas mis fantasías, sean estas en versos... o en silencios.

En mi barrio

En mi barrio hay un alud, voces que aturden el día, que provocan el desvarío, entre las sobras de la luz. En las paredes que gritan se disecan los encuentros entre el deseo y el sueño; entre la vida y la ausencia. Los pasos en las veredas entierran entre baldosas las súplicas de esta voz... Mi tiempo se hace silencio. La calle es río de cicatrices y corre en paralelo al amor; se me va alejando de noche, como sombras al atardecer.

Lo dejé; lo dejaste

Por debajo de mi almohada prendas blancas y besos rosa. Un hilo de tu deshabille ha bordando finamente mis antojos en trama de negra lujuriosa, en noches húmedas, en púrpuras brazas. Lo dejé; lo dejaste... olvidado cuando el amanecer fundió las horas; cuando ya todo había sido consumado.

Todas las lágrimas

No busques más donde fuimos, es tarde. El último tren ha partido. Lejos, en los hangares han quedado besos fríos en un banco. Tú habías dicho todo con la mirada; el ruido secó todas las lágrimas al estallar en tus mejillas aquel adiós. Las hojas han caído, son como un tul dorado, llegado el atardecer, bajo las sombras de los pinos; allá entre las lápidas lustrosas del cementerio.

Tiempo

Aún cuando crea (a fuerza de razón) en la corrupción de la materia; las sombras donde me refugiaba antaño siguen siendo las mismas de ayer; y la humedad misma; y lo mismo tus besos siguen y seguirán siendo los mismos.

Sombras

No son las paredes; son sus sombras los abismos. Entre uno y otro... están; echan y cavan oscuridades. Yo te vi perderte entre ellas; me vi alejarme, tras las mareas cuando tiempo y distancia hacían mar.

He despertado

Qué difícil es escapar de las síntesis al ahogarse en silencios y saber que no habrá café por venir esta noche; que el mate se enfría cuando no estás. Y este insomnio que simula ser otra cosa o este teclado que no me da paz, cuando las sombras de la noche son como versos perfectos para tu poema. Sé y me sé, muy bien, que te extraño, que esta no es, no ha sido ni será mi más grande vergüenza. Eso lo sé muy bien. Entonces, te extraño con más ganas. Tal vez sean estos los versos que te debía; los que no puede cuando el silencio de frío ártico, me maniataba la voluntad. Ahora lo veo todo más claro; he despertado.

Versos del hastío

Uno quiere volar, el otro quiere ser solo el vuelvo. Yo los he visto hundirse, tras las plumas en llama. El amanecer es una brisa incendiando días sin alas, como los dos que se aman sin prisa por las mañanas.

Contradicciones

Yo no voy de titubeos hasta tu noche perlada; solo dejo caer las manos donde un jardín de estrellas brilla y se deja saber como la ausencia luego del adiós de los adioses.

Echabas a diluviar

Tus ojos se nublaban tras los cristales como tomando por asalto unas nubes; y en medio de nuestro concierto diurno te echabas a diluviar como nunca antes. A veces, nos contábamos sobrevivientes luego de haber nadado hasta algún pico cerca de los cielos, donde no había modo de que echaras nuevamente a llorarnos.

En su mirada

Si lo pienso bien, no teníamos en común más que unas notas; quizás una sonata, medio concierto y las noches. Yo vibraba en su mirada, y todo lo demás se anulaba quedaba todo en suspenso hasta la próxima vez, en que el viento nos convocara. Aún hoy, el tiempo rompe en una sinfonía más allá de mis sentidos, y tu nombre... me viene desde los bordes del silencio.

Una mascota

Hay veces que te rozo con un verbo y los días se alborotan en la cocina. En realidad, yo solo quiero una mascota que sepa lavar, planchar y hacer de comer; que no pretenda que la riegue diariamente y que además, me cuente en resumen las noticias, filtrando sus lágrimas de sensibilidad. Es cierto, quizás estoy viejo y algo más que intolerante a los desencuentros. La prefiero sin plumas, pero que sepa volar cuando es preciso; y si se anda en cuatro patas, que sea silenciosa; pues no me gusta que le ladren a mi silencio. En fin, yo solo quiero una mascota que sepa lavar, planchar y hacer de comer.

Mujer agua

Entre mis manos, su sonrisa era fresca verdad; tan en vuelo directo, tan dulce, tan alas y agua de manantial... que la he bebido, felizmente, posando mis labios en los bordes de su fragilidad.

Yo me dejaba

Yo me dejaba arrastrar hasta tu fuente primigenia, jugando y chapoteando, cual niño frente al sueño. Tú me esperabas fecunda y ornamentada de promesas, de esas que no van con palabras; donde entre dos se conjuga mejor el verbo de los verbos, el primero. Yo te buscaba, vestido de aliento, entre el sutil suspiro, padre de nuestros gemidos, y las siluetas de mis deseos. El beso; las yemas de los dedos; las miradas más allá de las mismas, eran un juego completo de llaves para la fortaleza de los placeres.

Musas

Tres son las musas que llevan al éxtasis; la Poesía, la Pasión, y en secreto la Lujuria. Llegan mojando siempre la pluma que escribe ardiente entre versos, los delirios de los poetas. Tres son las musas amigas que bien se saben, desde los tiempos de Safo, en Lesbos y sus jardines. Yo las conozco bien, hasta lo más recóndito; entre la embriaguez, la piel, el tacto y los besos. Tres son las musas; ellas me saben muy bien. Una es mi reina y señora, las otras dos sus cortesanas. Juntos hemos quemado la savia de los extravíos; y juntos hemos andado por los caminos más solitarios.

Alfombras de besos

Te llevo atornillada a manos cerradas a sueños que me despiertan a la nada a esta ausencia nacida tras el espasmo de las caricias venidas de mi nostalgia. Te llevo y te traigo conmigo a sobresalto en el recuerdo de mis carnes marchitas en el reflejo oscuro de las flores malditas en la navidad de mis angustias primeras. Te llevo colgada a una mirada de siglos a toneladas de noches vacías, desnudas en las que tus ojos encendían antorchas para caminar juntos, senderos y deseos.

Me queda aún

Me queda aún la capacidad de errar una infinidad de veces y algunas otras más todavía llegando incluso a la certeza nociva y contradictoria de un siempre "quizás" o la de un "tal vez" pasando por un "no sé" perdiéndome para encontrarme en un simple "te quiero" o bien en un "te amo" sintiendo que la vida es una y vale que la oscuridad vale en su necesidad de luz y que la sangre que se me alborota tiene olor, color y sabor... como todo... y como todo exhala a borbotones la existencia.

Me da igual

Hay algo que no me queda muy claro; bien no sé si amanece o me amanece. Cualquiera sea la conclusión, despierto enciendo un cigarrillo, y nada más eso. Soy de vicios imperativos; preguntar y preguntarme, como si tales cosas valieran. En fin, soy solo un interrogarme en sí. Respuestas con fecha de caducidad... Amanece o me amanece; me da igual.

En tus bordes

En tus bordes, las huellas; leves muecas de perlado gusto, que hacen a las veces, tus encantos y los míos propios. En un gesto de exceso nuestras miradas trascendían el momento todo quedaba anulado, en suspenso, y casi más allá de nuestros cuerpos. Tu sonrisa revivía hasta mis muertos.

Este más acá

Siento este más acá, beso en brisa fresca llegando desde lejos en aroma de anhelos. Entonces, fue la paz. Suave llovizna de sal mojando nuestro sol luego de la tempestad.

Éramos tan dos

Éramos tan dos que el número se nos hizo mezquino. Entonces, abrimos los cielos y dejamos en libertad a todos los ángeles; y nos pronunciamos solidarios con la luz; y reivindicamos los besos y los abrazos nacidos bajo el signo de la oscuridad. Éramos tan dos y tan prestos a extraviarnos en la multitud; tan de volvernos uno con los otros y estrecharnos en el más tierno de los abrazos, que las flores nos brindaron sus alas y los pájaros su vuelo. Éramos tan dos y tan urgentes de trascender el número par, que uno y otro nos hicimos a los vientos y llegamos a todas partes y besamos todos los puertos. Dinamitábamos los cimientos de nuestras propias fronteras y nos fundíamos en el barro de nuestros deseos. Nunca más volvimos a ser dos; solo nos quedó la fiebre de los recuerdos.

Víspera

No era ámbar la mirada; era la luna como no la hemos de habitar nunca. Y la presencia era otra; y los besos las sonrisas cuando nos amanecía. No eran ámbar las miradas, ni siquiera lo era la luna; era tal vez, no lo sé, esa miel derramada en la víspera de lo anhelado.

Imposibles

A veces, las cosas que nos resultan más difíciles de tolerar se nos adormecen en las carnes del alma hasta casi desaparecer por completo. Algunos le llaman tiempo; yo prefiero llamarle imposible, simplemente.

Los pájaros

¿Qué me puede importar luego del huracán de tu presencia? Nada ha sido lo mismo que ayer desde que he cerrado las puertas; ya ni las ventanas quieren besar los pájaros de plumaje imposible. Tu vuelo no era de un azul marítimo era más bien, de un cielo encendido sofocado en llamas, como tu nombre. Pero todo eso ya no importa, lo que ha sido, es y será, siempre.

No importa dónde

Se camina; no importa dónde, solo se camina como desesperados como ánimas en pena. Practicamos hábilmente retóricas del no decir nada; o del decir, dando por sentado que todo está más que claro nos hacemos al vicio del silencio a callar hasta lo imprescindible; y maquillamos nuestra necesidad con la necedad de la soberbia o con las sonrisas vacías. Caminamos; se camina, no importa bien dónde... en la senda se perderá todo; y un día, tal vez, al cabo de los días, por no mirar atrás al avanzar caeremos a ojos abiertos en la fosa común del olvido.

Mi corazón

Mi corazón es una piedra que han arrojado lejos. Tal vez fue a parar a un río quizás se hundió en el mar. Lo cierto es que esa piedra aún latía próxima a su mano.

Hay un cielo

Hay un cielo que se derrite dentro de mí lágrimas que no llegan a ser canción de las lluvias, que no mojan, solo empalidecen. Hay un cielo privado del azul del vuelo puro, sin alas. Es la aflicción de un corazón cansado de andar a tientas. Hay un cielo, y otro no, solo huellas en el viento.

Lo veo, me veo

Veo a mi niño tan pequeño, tan inocente tan juguetón; y me veo reír, jugar y llorar. Lo veo... y veo al otro, el que no fui; el que siendo el que es, se me asemeja parecido, similar, siendo felizmente otro. Lo veo... y lo veo jugar, caer y llorar; y viéndolo a él... me veo tantas veces nos veo tan a menudo, en nosotros mismos; jugar, reír, caer y llorar. Lo veo... y veo a ese otro que ya no soy pero que aún seguimos siendo en el fondo; y me veo, y me siento, llover hacia adentro jugando, riendo, cayendo y llorando; me veo.

Inmortales, inmutables

Transito por un jardín de mujeres inmutables; las miro como a tales y promuevo el estallido. Inmutables, inmortales madres de las montañas gigantes en sus sonrisas abren sus alas a la calma. Alguien llamó padecimiento a este estado de oscuridad que abriga sus sentimientos al agitar de un triste cincel. No eran estas sino las otras las que narran todo el dolor con cierto eco de cicatrices a las sombras de las rosas.

Me hubiese gustado

Cómo me hubiese gustado ser tu respaldo, sí; en aquellas horas agónicas de tus tormentos... y acompañarte, a pesar de esta puta distancia, y no verte más morder el polvo de tu extravío. Me hubiese gustado disipar de ti las negras nubes y dar color de primavera a tu jardín de encantos, cuando aún era posible, y nos queríamos todavía. Todo ha sido en vano ¡la lluvia nos ha arrasado!

Silencios rotos

Estoy a un cielo más quebrado de mi nombre tengo ese raro sentimiento de la antigua duda cavando en lo profundo de todos mis poemas como si tu risa hubiese sofocado mis ensueños. Tengo este raro tartamudeo de silencios rotos dando de a piquetes en el blanco de mis hojas o en las llagas de melancolías ardientes de ojos, saltando al abismo vacuo, de todos los olvidos.

El viento

El viento ha traído un beso; lo dejó posar en mis labios cuando aún era de noche, y los pájaros ya cantaban. Llegó e hizo en mí su nido; dejándonos flotar a contraluz.

No siempre

No siempre que he rasguñado algún silencio... he sacado en limpio algo más que mis versos; alguna vez, de tanto nombrarte en palabras he definido tus formas, en el revés del poema.

Íntimo a discreción

Íntimo a discreción, me persigo y me concibo a cada instante como una mera sombra del yo a punto de caer en el silencio, mordiendo sin pausa un verbo.

Mutilaciones

1 Alguien me ha sabido mutilado Mutilado De una voz sangrienta y sucia De unas palabras inconclusas y dolientes Pedacitos de recuerdos entumecidos Atados al revés de ciertos sonidos De ciertos silencios fríos y repensados Se me ha visto mutilado e indecente Caprichosamente descuidado de lo urgente Y lo necesario Yo he dicho que no se me diga Que se me mutile de todo labio amado Que cada miembro olvide en mí Su complemento Su integridad y fortaleza. 2 Adiós, profundo y siniestro dolor... Y aún no termino de revolcarme Cuándo, solitario, me descubro ¡Oh insolente de mí y morboso yo! Egoísta en mi crueldad y cínico: “Lo siento” –palabras que me maduran. He sido un golpe de oscuridad, Indigno ante la realeza de ese tú Que, cauto y silencioso siempre, Supo decirme: no. Lo sé y lo siento. Adiós, última y discreta declaración. 3 Decir que estás ahí, no me sirve –lo intuyo; Nunca pude poseer de ti Más que un sólo fragmento que hoy Se pierde en la densidad de mi memoria: ¿Memoria o lenguaje? Pe

La poesía

¿Qué es la poesía, sino versos que no alcanzan jamás nunca esplendor de sufrimiento? Quizás sea un callejón proyectándose en abismos de interrogantes, o tan solo sea un andar errante, tras venir de malas ganas, pateando las sombras de una suerte cada vez más lejana.

Desvelos rotos

Arropada, poco más que con un verbo, venías a cada instante a verme. Yo bien recuerdo tus besos acunando las flores en mis poemas como si el días te hiciera de sueños. Yo te busqué... en mis latidos y en el tic tac de un péndulo oxidado por tantos desvelos rotos.

Nuestros latidos

Tendida en alfombras de besos mis pasos eran huellas encendidas de silencios concedidos al tiempo o al quiebre de horas ausentes o a los cánticos armónicos de nuestros latidos.

Como cristales

Hay flores con pétalos de cristal; yo las he visto caer del cielo en forma de lluvia. Hay lágrimas con forma de flor; yo las he sentido germinando en mis ojos. Hay verbos que saben a vos; los he dejado crecer en mi pecho. Hay besos y besos floreciendo en mi voz, quebrados como cristales hundidos en mi corazón.

Ya ni sé

Ya ni sé para qué te escribo si he cerrado todas mis puertas, para que solo entre tu ausencia. Yo te escribía y tendía puentes de letras para pasar al otro lado de la brava cordillera. Pero nos aconteció un terremoto; nada quedó en pie, dejando solo promesas rotas. Solo nos queda surcir fronteras abiertas entre dos abismos. El tuyo cerca del mar; el mío al lado de las montañas.

Tras sus ojos

Solo me queda adivinar el secreto tras sus ojos; sea cuando amanezca, o bien cuando se vaya. Pero ella no sabe irse, después del adiós. Se queda amarrada en el revés de mis versos a riesgo de quedar para siempre sostenida a una lágrima escrita. Ella no quiere irse, después del adiós. Al quedarse siendo poema canta, grita y llora silencios. Yo le sé por debajo de mí, donde su verbo me quema.

Lágrimas rojas

Él dijo: -Prometo hacerte sufrir solo un poquito; el resto... es el tiempo entre tu felicidad y la mía. Ella calló y bajo la cabeza como si el tiempo fuera una lluvia de piedras. Sabía muy dentro suyo que el tiempo venidero era solo un dolor de mutilaciones quirúrgicas y que el verdadero padecimiento era solo un reloj estropeado parecido al infierno. Yo vi crecer entre auroras un jardín de lágrimas rojas. El tiempo ya no era tiempo; y el dolor era un surco vacío profundo como sus penas... Los espejos eran una sucesión de golpes secos maquillando los artificios de una retórica muerta. Él decía un "te quiero"; ella callaba un "me muero".

A flor de piel

Como misterio a flor de piel o en mano cual pájaro rosa abría sus dones y encantos a lluvias que sobre sí varaban. Era el amor y sus artificios el rayo de luz que la colmaban desde las puntas de sus cabellos, tiernas cascadas de aromas y perfumes de otros mundos, hasta el horizonte de mis deseos. Su cuerpo me buscaba, en su desnudez, para vestir de gala a mis besos.

Jardines de estrellas

Yo he visto crecer el día en mis jardines de estrellas; y lo veo hacerse divino al abrigo de sus gestos. No es que esté maravillado; lo he visto también iluminarse aunque nublado. Creo que uno ve y siente más acá del oriente y su norte.

Bien deberías saber

Bien deberías saber que te quiero cuando mis labios diluvian a besos y el firmamento de tu mirada se puebla todo de dulces silencios yo sé que te quiero al besar tus manos pero también, al absorber tus sombras, como lo hace un sediento en los desiertos; y tu nombre me sabe a sol y tu cintura me sabe a cielo tus senos... tus senos me saben a gusto y disgusto y los excesos no son sino un padecer y este amor una muerte que no curar.

Tras de tu sombra

Bien no sé qué ha sido de las paredes que hasta ayer abrigaron nuestras sombras, hoy que todo es manchas y mohos de noches pasadas. Las paredes se han ido... las puertas, las ventanas todo... tras de tu sombra. Solo queda un faro encendido en la calle donde nos quisimos.

Tras tus huellas

Tras tus huellas un círculo desbordado de sonrisas y miradas hacen de mis horas un recordarte en pleno vuelo. Es cierto, yo te quería. Pero, ¿cómo no hacerlo, si tu presencia se llevó todo? Algo ha quedado, pero solo es una carcasa atada al paso del tiempo.

Relojes

A mí se me descompone el tiempo a ratos lo tengo que andar rearmando como pueda le voy ajustando de a poco las agujas de hielo cuando sus engranajes de polvo me vienen a cubrir la memoria. Mi suerte es esa sombra que marca el trascurrir de las horas; a veces marca mis días a veces la de los otros.

El Oficio del Silencio

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En este oficio del silencio, no todo ha sido ganar; he perdido la cicatriz bajo la costra de la felicidad y he venido nuevamente al mundo a tropezar... Escribo y me escribo, buscando mi antigua voz. Escribo y te reescribo... Te busco en cada revés, en cada retazo de amanecer con aroma de ayer, y en el canto de pájaros vestidos de mar y cielo. Sé que he perdido... la he perdido a ella también. De este oficio del silencio solo me quedan palabras huecos donde verter... lo que me voy recreando. Yo me he jugado, y perder se me hizo costumbre, gastando de mi flor primera, el rastro de mi estrella.

Caja hueca

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A veces, quisiera silenciar esta caja hueca; y tirar sus piedrecitas a la mierda por simular unos latidos... A veces, y otras tantas veces también.

Cosmogonía

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Tú abrías delicadamente las manos y dejabas caer el mundo a tus pies; así vi nacer la noche de tus cabellos y los amaneceres... de tus orgasmos. Sobre tu vientre, el universo caótico gira y conforma maquinarias celestes. Nada está libre de un estallido estelar; ni tus mil gestos, ni tu forma de amar.

Metrópolis

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Nuevamente la noche; los pájaros callan y guardan en su silencio nuestros dolores diarios. Hasta el amanecer deberán contener el canto que en nosotros es grito. Dan así, paso al nuevo día.

Me sigo quedando

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Trato de mirar -concentrado- hacia otro cielo y te cabo hondo hasta lo inasible o hasta callar un basta demorado y me entierro hombre y me planto futuro me disemino explosivo y te dejo a un costado. La verdad, no entiendo; ha pasado tantas veces que al final, me rehago y me esfumo cigarrillo. Me vuelvo hacia tus ojos como hacia puertos inalcanzables... te navego, me naufrago y me sigo quedando como hasta ayer exhausto, sin abrigo y solo.

Me asumo

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Replegadas sobre sí las palabras no sanan es más, sólo sangran a fuerza de silencios. Retraído en torno a sí todo nudo final de historia adolece de una acción singular o similar al adiós. Esto no es una locura; mi espíritu ya ha realizado todas las proezas del amor. Estoy listo para retirarme. Aún así, puedo enunciarme siendo la catástrofe de sí variando número y persona en el verbo que me conforma. Esto en lo que me asumo es lo más legítimo del poema y es la parte más sensible desde donde me toca pelearla.

Poética mínima o minimal

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¿El tiempo implica movimiento, o viceversa? Así pues, la sucesión: uno; dos; tres; cuatro; no es lo mismo que el poema inmutable en sí que un cuento o una novela que transcurren inevitablemente según propia de su naturaleza. El poema es como una fotografía instantánea no exenta, eso sí, de un dinamismo afectivo... Ejemplo: "Tu imagen desplegó en mi memoria el suave verso escrito al besarme aquella tarde." Queda así, algo que la narrativa hubiera evitado.

Esto es lo raro

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Raro es abrir la heladera buscando aliento y encontrarme un beso tuyo, congelado con fecha de vencimiento, tres años antes al hoy. Raro es notarme una cana nueva al lado de la última que me descubriste y ver que esa línea de gesto en mi frente se ahonda cada vez más desde que no estás. Raro que el día me sorprenda dando manos en el sitio vacío que se ha creado entre mis brazos y no dar más que con una silueta que se escapa al amanecer, entre mis sábanas y la ventana. Raro, muy raro, es tener que levantarme sin el debido sigilo para no despertar ausencias que desde hace tiempo me clavan tu nombre y ando buscando entre versos aquellas letras. Raro, tan raro, como es mirarte hoy en día y no poder ni siquiera tocarte con la mirada pues tu piel me grita, en voz alta, tu rechazo de tanto y tanto que antes se ahogó en llamarme.

Mientras

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Yo no le busco la quinta pata al gato, pero he dado con el amor en una feria salvaje de suicidas. Ella contaminaba el vuelo de una bala con tan solo dejar caer su mirada. Ese era su motor de insania contagioso. Un click no hacía la diferencia entre un antes y un después. Sus ríos crecían y corrían hacia el norte de los extravíos. Dos balas cantaban el final de la noche y las coplas nos iban susurrando las horas. Ella tenía en sí la capacidad antojadiza del nuevo amanecer. Mientras, en la sala principal de los delirios, sonaba a estridencias la locura de Wagner; y los techos, las arañas y manteles se fundían. ¡Al fin el mediodía! solo se esperaba al fondo del corredor, el crujir de la puerta al abrirse.

Tal vez necesita

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Tal vez necesita poco más que unos versos que un poema mal acabado; tal vez me pide un beso solo como comienzo de agotada lista de peticiones. Tal vez, tal vez. No lo sé, pero lo sospecho, como se sospecha la redondez del plato lunar sin siquiera despegar un pie del suelo. Tal vez, tal vez. ¿Quién lo sabe? Yo la veo muy calma y austera, pero quizás quiera hasta el cielo. No lo sé. No lo sé. Pero lo sospecho; lo sospecho y me desvelo.

Aturdiendo viernes

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Viernes presagio de desastre o renovación de la esperanza. Viernes que te estimo viernes que seas luz o mejor destello. Que te abras en surco hondo donde ir nos lleva el viento a enterrar profundas penas de viernes frío, entre las flores. Si te quise voz de mi futuro para abrigar duros inviernos ahí te espero, en tu agujero en tus sombras quema soles aturdiendo viernes que no llegan a tropel... y golpeando puertas. Ya sabrán de callarnos noches cuando la soledad nos acose.