Transito por un jardín
de mujeres inmutables;
las miro como a tales
y promuevo el estallido.
Inmutables, inmortales
madres de las montañas
gigantes en sus sonrisas
abren sus alas a la calma.
Alguien llamó padecimiento
a este estado de oscuridad
que abriga sus sentimientos
al agitar de un triste cincel.
No eran estas sino las otras
las que narran todo el dolor
con cierto eco de cicatrices
a las sombras de las rosas.
miércoles, febrero 12, 2014
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