En mi barrio hay un alud,
voces que aturden el día,
que provocan el desvarío,
entre las sobras de la luz.
En las paredes que gritan
se disecan los encuentros
entre el deseo y el sueño;
entre la vida y la ausencia.
Los pasos en las veredas
entierran entre baldosas
las súplicas de esta voz...
Mi tiempo se hace silencio.
La calle es río de cicatrices
y corre en paralelo al amor;
se me va alejando de noche,
como sombras al atardecer.
miércoles, febrero 12, 2014
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