Saber caer
Saber caer
no es más que arrojarse sin miedo al vacío.
Probar en nuestra santa inocencia
que no teníamos alas; que no éramos ángeles
y que sabíamos los riesgos de maltratar las alas;
pero que, y sin embargo, igual saltamos.
Yo no sé que tan certeras son
las máximas del docto o del poeta,
solo sé que las caídas no son la muerte
y que la muerte... no es tan dramática ni oscura.
Solo sé que besar el polvo no es tan malo
que revolcarse en la tierra es algo sagrado
que morder a rabia la lluvia no es en vano
y que cultivar una rosa en el poema es verdadero.
Saber caer
desarmarse, desmembrarse y difuminarse
quizás tenga de suyo los silencios
prendidos al revés de los sentidos y las palabras.
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