lunes, marzo 17, 2014

Otros naufragios

Vengo de caminar todos los absurdos
tras las sobras de la felicidad
que he creído encontrar entre mil brazos,
en pasos ciegos, en callejones sin salidas,
o en las tentativas heroicas de un nunca jamás.
Tanto, que hasta el cielo se ha abierto
ante mis pasos, y ha llorado...
me ha diluviado, en pos de todos mis naufragios.

Otros los barcos

Algunos somos
como esos barcos a la deriva,
como naufragios de antiguas glorias

o como esos sueños extraviados
en los océanos de la soledad.

Algunos somos... otros los barcos.

Esta noche

Esta noche podría salir a romper de un bostezo el brillo de la estrella
o podría también, mirar de frente al perro que ladra a mi indiferencia
a las señoritas que se han comprometido con la causa reproductiva;
en fin, esta noche podría salir a demostrar el límite de toda ebriedad.

Esta noche podría considerar seriamente apartar del mundo la nada,
pero le ha parecido una tarea lo bastante heroica a mi lucidez escasa;
mejor, mejor salgo a patear las sombras que deja caer el viejo mundo
mientras me dedico con esmero a vacías todas las botellas de cerveza.

En fin, esta noche me espera con boca de loba, aullando a luna maldita.
Todos mis amigos yacen en una pequeña ciudad, entre las montañas;
uno se hace viejo entre los resplandores de la juventud que todo sabe;
que todo lo aprende, de echar manos entre las sombras de una felicidad.

Otros los besos

Me dueles a cada verso que callo;
y te escribo en silencios que gritan.
Uno nunca sabrá cuál será el último;
y en tanto que te me vas
te dejo mis versos durmiendo a tu vera
en el espacio en que velan nuestros deseos.

En pretéritos momentos,
fuiste ardor y cosquilleo en mis venas;
otras las noches, otros los besos todos.

Hoy los que nacen de mi pluma
saben a hiel en los labios
como cuando las lágrimas besan
bajo el influjo de las lunas nostálgicas.

Tan poco y nada

Me dueles tan... pero tan profundamente
que hasta me sangran
las sombras de tu ausencia
y se me van cayendo secas y de a pares
las hojas del árbol de nuestros recuerdos.

Me hieres tan íntimamente, tan celosamente,
que hasta mis ojos se han cegado indolentes
y se dan en disimular bajo las lluvias corrientes.

Me olvidas tan básicamente, tan poco y nada,
que me desgrano de a poco en letras silentes
como si la fiera melancolía supiera tu nombre.

Hilos de baba caliente

Raro
tan raro...
como despertar
con una sonrisa desprolija
desparramada entre las sábanas

¡Son lágrimas secas las que gritan!

y un hilo de baba caliente tendido
como si fuera un puente colgante
entre este mundo y el otro. Los sueños.

Replegada sobre sí

Replegada sobre sí, un ala herida
deja posar su plumaje de noche
sobre el frío pedestal de la diosa.
Trae consigo un silencio de letras;
armoniosa ejecución, ¡la noche!
Un batir suave corta el aire denso
siguiendo los secretos caracteres
entre las agrietadas hojas del libro.

El solo tic tac

El solo tic tac de un reloj
en el fondo de la sala
acusa pena y aflicción.

No, es solo un corazón
cansado de marcar su tiempo.

Sombra descuajada
y vacía noche silente
retumbando a voces pesadas
latiendo en las venas y las palabras.

Es solo el tic tac de los morbos;
las miradas que se tornan sobre sí
hacia los agujeros hondos del alma.

Múltiples y universales

Breves instantes o eternidad que me abraza;
caigo a tus pies... heridas que me desangran.
Sombra que ilumina los pasos de las lenguas
en el deber de los cuerpos que se aman a destajo.

Un nosotros en la confusión de las noches...
y mis besos que te buscan para calmar su sed.
Y te busco y te encuentro ahí, entre los gemidos
en la certeza de la conquista lograda y el festejo.

Sombras en las penumbras, o el infinito encuentro;
siluetas que se dibujan en las pieles de los deseos
y la santidad de las palabras que se callan y tragan
o la felicidad de la sangre que se exalta a sobresaltos.

Incandescencias de una intuición de dos almas;
de los dos que se aman múltiples y universales,
que se claman entre sí, unidos desde la superficie,
y se adoran... en una mística ceremonia ancestral.

El confort también aburre

El confort también aburre.
Aburren también las lluvias,
los pájaros mojados
y los besos en las despedidas.

Ve tú; yo me quedo dormido
en la bienvenida de tus abrazos.
Y si el frío nos atrapase en vuelo,
y las noches en nuestros sueños;
entonces, vamos a dejarnos amar
sin prisas, hasta que las nubes pasen.

Aburre, claro que aburre,
¿y no aburre, acaso,
andar en el trajín
tras las sombras de la nada?
Aburre, claro que aburre.
El confort también aburre.

El verano pasado, andábamos juntos a esos pájaros que se aparean en medio de las praderas. Y entonces, el aburrimiento nos era algo ajeno.

A destiempo

Nuestros desayunos
pasaban por meriendas
nos comíamos a miradas
y nos vaciábamos a besos.

Mejores tiempos no recuerdo.

El café, el cigarrillo
la cama destendida
y nosotros enredados.

Nos queríamos a destiempo
nos sacábamos ventaja
y nos dejábamos alcanzar...

a veces, y otras también
perdíamos, pero
eso poco nos importaba.

A desgarros

En el fondo de un tintero seco
se nos quedaron los besos;
fueron los que no llegaron
los que no alzaron el vuelo
como versos que se quedaron
sin un verbo que los empujara.

Te he querido a desgarros
como a desprendimientos
de nada y huesos sin carne
en estos silencios escritos
que he llevado hasta tu lado.

Pero quedan estas palabras,
que ofrezco como reflejos
del un alma que ya sin alma,
como ojos sin sus miradas,
aguantan las mutilaciones.

A desgarro te he quiero.
Como cascarón que se parte
y deja escapar un corazón
teñido de plumaje y verso,
de canciones y de adioses,
y por amores ya fenecidos.

A párpados cerrados

Te busco hasta a párpados cerrados
cuando la noche se encarga de callar
cuando el sueño insiste y llama a grito
donde las sábanas velan por abrigarte
después de que nos hayamos amado.

Entonces, un pájaro en llamas apaga
lágrimas secas que ya se han vertido;
y su vuelo, a ras de piel, nos calienta,
dejando al descubierto los corazones
como jaulas llenas de pretéritos cielos.

Cinco minutos

A tan solo cinco minutos, nada más
abrir los ojos y encontrarte todavía
con el aliento que nos dejó la noche
con el suspiro sostenido de un ayer.

Cinco minutos... nos basta y sobra
para cruzar las miradas y sabernos,
tan cerca y dentro, tan en nosotros
que cinco minutos nos son eternos.

Te fuiste yendo

Indiferente a mi acoso
escapas dando saltos entre los charcos
dibujando entre hendidura y hendidura
una sonrisa brillante pronto a desaparecer
en el horizonte paralelo a mis desvelos.
Te fuiste con tu vestidito de flores
acariciando los pétalos, extasiando la mañana.

Te fuiste silencio en flor
a los campos etéreos donde los besos;
donde acariciar es posible con las palabras;
te fuiste y te vienes... Pero yo quedo
fijo a la tierra, creciendo de raíz
queriendo tocar tu cielo
queriendo rozar las copas
milagros de lluvias que te tocan y mojan
el revés silente de tu cintura.

Te vas... te fuiste yendo para acabar
me hiciste secar, acabar... Me dejaste seco.
Vas desapareciendo a mi sombra
te vas quedando, lejos...
te vas calmando, tras los agites del viento.

Paso de no verte

Paso de no verte;
y quisiera más que acariciar las sombras de los sueños
que me dejas al despuntar la mañana.

Ruidos de tacones, junto a la puerta, se acercan.

Uno bien podría infartarse de la emoción,
incierta, del engaño o de la confusión
malvenida desde la misma soledad.

Uno es lo que su sombra demanda;
o bien, puede ser el rayo que ilumina,
que echa luz a otros, extremo de uno mismo y más allá,
o bien besar, llegando y tocando el timbre,
y abrazándose con ternura al picaporte.

Unos... quisiéramos ser otros y huir.

Tus manos

Solo el beso
que da una mirada
capaz de todo y nada
revivirá
plumaje en vuelo
al pájaro en el poema.

Lo veremos alzarse
hacia los cielos de nuestros sueños
en alas... de flores
y en libertad

lo veremos
en brisas de la mañana
y en la piedra caliente, latente.

Besaré tus manos, en las manos.

Me arrastras

Me laceras
me pasas a cuchillos
me cortas en pedacitos
y me quiebras...

me resquebrajas
me atas al revés de las hojas secas
y me dejas volar.

Me soplas, me arrastras, me llevas.

Mis pasos

Ya andarán mis pasos
lentos como los sauces
entres los pájaros en vuelo
remontando sueños olvidados

ya me verá de regreso
mi tierra amada a veces
y otras tantas odiada.

Andaré atrapando
a manos llenas
imposibles entre las nubes
como los vientos.

Nadie como tú

Nadie como tú ha escrito
de carnes las palabras
de huesos los sentidos.

Absolutamente descripto,
mis palabras
solo te han seguido en el intento.

La escena prohibida

Me he vertido todo dentro de tu nombre
fertilizando tu ausencia hasta el silencio;
y he sido el padre de todos tus vuelos,
de todas tus ansias de libertad, preñando
la humedad de un verbo con olor a sexo.

¿Cómo no voy a extrañar la sombra de tu esencia,
de tu ser en fuga cuando rompen las mañanas,
cuando el océano de tu voz me acaricia por dentro,
a la vez que tu cuerpo me diluvia por fuera?
Yo no hablo desde la necesidad; hablo desde el deseo.

Quiero morder a desgarro el vacío que dejaste,
y abrirle un tajo de muerte a tus partidas.
Hacerme claridad, transparencia o pureza;
y dejarme caer sobre ti, en lluvias de leche caliente.

Yo te besaba, y cada beso era una brasa encendida
quemándote las venas, en la confusión de la sangre,
en la escena prohibida... por los versículos sagrados.

Qué difícil es

Qué difícil es mantener el silencio
cuando eres tú quien lo rompes
y te llegas hasta mí, arrolladora,
como aguacero de pleno enero.

Callo; pero me quedo mordiendo
la palabra como hierro candente
o como la savia amarga del árbol,
entre un decir y un dejarme morir.

Te escucho quebrar la ausencia;
dejándome envolver por tu voz,
como si fueras un verbo en llama
incinerando vestigios en mi carne.

Nos amemos

No se me ocurre otro idioma, otro lenguaje
que no sea el único que conozco a tientas...
En versos yo te toco, te beso y te nombro
te rehago en presencia para amarnos en mí.

Con palabras le abro un tajo al vacío que te nombra
te recreo de cuerpo entero; te traigo desde la lejanía.
Yo no te arropo en el esfuerzo, si te quiero desnuda.

Desnuda tú, y desnudo el verso de este poema
sin reglas ni tiempo; sin desfallecer en el esmero
dotemos de carne y hueso a nuestras palabras
saltando a ciegas hacia el otro, y ¡nos amemos!

Un abrazo ceñido

Nos queda un abrazo ceñido
a un costado de los anhelos
ahí, donde casi ni se siente,
en el desborde de la ausencia.

Ojal cerrado al hueco de la existencia.
Nada por ver. Solo unos pasos en rodeo
contorneando el filo del vacío que quedó
tras venir de perdernos tras las mutilaciones:
dos manos; un brazo... otros labios.
Caricias y sonrisas; otros besos.

Ahí, donde no estás

Disfrazas de colores el negro día
y llegas a mí en cada rayo de sol;
me despiertas para recordarme
que más me vale pensarte que extrañarte,
más desearte que olvidarte

y es que es tu sombra
la que se diluye próxima a mí,
a cada vuelta o revés de mis pasos.

Así... si mis pasos son silenciosos,
los tuyos son el silencio mismo.
Entonces, me acostumbro a sentirte
ahí, donde no estás.

Dos y el mar

Y el día se fue iluminando
mientras besaba sus sombras.
Entonces, éramos dos y el mar
y la confusión era un naufragio.

Éramos dos;
y éramos como esas islas
atragantándonos a despedidas.

Queríamos nuestro cielo:
el sol, la luna y las estrellas,
¡queríamos!, mas nos queríamos.

Viste el color que quieras

Viste el color que gustes... lo demás
es solo quimeras y brazas ardientes.
Yo te he visto conjugar la despedida
en un blandir de manos sin plumaje.

Y eras el azul para mi cielo sin fortuna
y el aliento que empujaba los vientos,
bajo la noche total, entre los amantes
en tiempos en que aún... éramos uno.

Algún día

Algún día,
te acostumbrarás
a mi muerte;
solo entonces,
estaré contigo.

Prefiero sea la lluvia

Prefiero sea la lluvia la que llegue y moje;
la que llegue y deje palpitando un antojo
y nos desarme en más lluvia y en antojo;
y que al desaparecer nos nazca en flores
inaugurando destellos en las madrugadas
al robar la humedad de entre tus sombras.

Hueco en el vacío

Debo madurar un hueco en el vacío;
hacer germinar mis silencios escritos 
y florecer en la palabra del amanecer.

Bien no lo sé, pero me parece

Solo se puede comenzar
por el principio azaroso del primer paso
luego, lo que raje...
de igual modo, el resto ha de venir.

Una cana más al detalle de los días
una arruga cada vez más honda
y este pensamiento... bueno
siempre a flor de piel y de los sentidos.

Y en el espejo de los despertares
indescriptible, la melancolía
empañando los gestos de este otro lado
sin dar ni pedir permiso alguno
es como una legislación para extranjeros.

Y no es que hoy, por vez primera
me sienta en las carnes de los raros
es solo esta frecuencia
de verme con los ojos tan nublados
ya sea por el vicio
o por la inconsistencia misma de todo...
bien no lo sé, pero me parece.

Tu vientre de espuma

Yo besaba tus blancos tobillos
como a la espera de un aguacero.
Yo me deslizaba por la costanera,
y acariciaba tu vientre de espuma.

Una a una, en lo que caía la tarde,
las bravas olas hundían mi nave,
y nos rompíamos frente al puerto,
sobrevivientes tras las tormentas.

lunes, marzo 10, 2014

Yo la amaba


Yo no necesitaba de espejos;
yo la quería, como quien ama
una flor marchita en el florero.

Mientras más seca y desgajada
yo más la amaba, desde lo lejos,
por ser de todas, mi flor primera.

Yo la amaba por ser lo que fue,
y la amaba por dejar de serlo...
Por ser flor, y quedar en versos.

Hoy, definitivamente

Hoy, definitivamente,
podríamos estar más tristes que un centauro,
y sin embargo, la alegría ha podido aún más.
Ella ha llegado abriendo, a pechos desnudos,
el cielo inmaculado... de todas nuestras culpas.

Hoy, definitivamente,
la noche podría haber vestido su piel fluorescente
pero no ha podido, luego de agotarse en un suspiro.
Ella ha dinamitado todas y cada una de mis partidas;
me ha dejado a un margen, equidistante, de todas mis amarguras.

Estaré contigo

Algún día,
te acostumbrarás
a mi muerte;
solo entonces,
estaré contigo.

Éramos uno

Viste el color que gustes... lo demás
es solo quimeras y brazas ardientes.
Yo te he visto conjugar la despedida
en un blandir de manos sin plumaje.

Y eras el azul para mi cielo sin fortuna
y el aliento que empujaba los vientos,
bajo la noche total, entre los amantes
en tiempos en que aún... éramos uno.

Hay heridas

Hay heridas que deben abrirse un tajo
para dejar nacer un espíritu agotado;
este es mi caso. Ausente por necesidad
contemplando a ojos cerrados el todo.

Yo no le conozco a través de sus ojos;
le conozco, a través de su mirada. Veo
la forma diestra y siniestra que imprime
sobre todas las cosas de este universo.

LA MUJER

La mujer no es un ser alado,
es un género nacido
para besar las nubes con la frente en alto.

Ninguna que no sepa arder
en los infiernos de mis fragmentos,
debiera siquiera intentar acercárseme.

Me propongo olvidarte

Me propongo olvidarte,
aunque sea solo por unos días;
aunque sea solo por unas horas.
Cerrar los ojos, el día,
el sueño... y ya no verte tanto.
Dejarte libre de esta cárcel.

Me propongo olvidarte,
aún a vivas cuentas de mis sentires,
que no son otros más que tenerte conmigo,
aquí y ahora...

Me propongo no nombrarte,
y así... el cielo de mis adentros
no se me venga encima...
saliéndoseme por los ojos a ciegas.
Tal es... mejor hacer el esfuerzo
para luego no lamentarme.

Debo olvidarte y callarte,
aunque si de mis versos te arranco
puede que ya no sean los mismos,
ni yo en ellos pueda hallarme.

Puedo intentar olvidarte. Y eso...
eso ya es otro cosa distinta.
Puedo asumirme en el intento;
puedo jugar a desmembrarme,
a sobrevivirme en el desgajo;
a vivir lleno de esta ausencia...
Pero, ya ni sé si vale la pena olvidarte.
Por tanto, mejor solo callarte.

Alumbramiento

Si el poema tarda en nacer
es por sentirse a gusto
en el vientre azul de una estrella;
en el fondo de un estanque dorado
o en la savia dulce de un beso.

Si el poema tarda en nacer
será por soñarse aún en su pecho;
o como esas flores silvestres
que crecen a los pies de las mariposas
esperando llegue el otoño.

Si el poema tarda en nacer
será que anda oficiando de cosquilleo
entre los hoyuelos hijos de su sonrisa;
o sobre la brisa que empapa su ojos
ni bien los cálidos rayos del sol le miran.

Dos y el mar

Y el día se fue iluminando
mientras besaba sus sombras.
Entonces, éramos dos y el mar
y la confusión era un naufragio.

Éramos dos;
y éramos como esas islas
atragantándonos a despedidas.

Queríamos nuestro cielo:
el sol, la luna y las estrellas,
¡queríamos!, mas nos queríamos.

Hay abrazos

Hay abrazos a quemarropa
abrazos que se derriten en las bocas
que se consumen a sexo adentro
a fuego lento, en las miradas extasiadas
o en el milagro de latidos a unísono.

Hay abrazos que abrigan del frío
que incineran la piel de la soledad
que desgarran la carne del abandono
que fusilan siglos de desamor,
cuando dormita entre los huesos.

Hay abrazos con promesa de cielos
pero que calientan al calor del infierno.
Hay abrazos que corren en las venas
como lava guiada por los deseos,
como llamaradas en busca de leños.

Hay abrazos con las miradas
con los besos fundidos al calor de las salivas
abrazos de los esperados que desesperan
y abrazos de miel, de flor...
en los jardines prohibidos.

Hay abrazos que sostienen el instante
y eternizan los gemidos, los suspiros
los estertores de la hora final de la noche
y se aferran con fervor al nuevo día.
Hay abrazos en el revés de estos versos.

Temporadas

Teníamos dos gramos de locura
haciéndonos vacío en un colador.
Veíamos la vida a través de filtros
con los ojos más allá de las cosas.

Los nombres eran muchos, pero...
nuestra memoria alojaba solo uno.
Mirar a los ojos era nuestro idioma
y todo venía a nuestro encuentro.

Tal vez fue amor; ya no recuerdo.
Besos como promesas renovadas
en una primavera que nos secaba.
El verano fue; el otoño un puente.

Por debajo de la cintura

Uno debiera de tener las ilusiones
por debajo de la cintura, y soñar
sería un verbo entre lo húmedo...
y la capacidad de ser feliz con otro.

Invitación

Me has dejado
una invitación abierta
al sueño... y te sueño.

Me has dejado
contemplar los cielos,
y me doy con tu mirada.

Me has dejado
naufragar en tus labios;
y en el mar los deseos

sacudiéndome
de las penas todas,
mi soledad halló su muere.

Los silencios sudan

Quería hacer una defensa legítima de tu nombre
más luego me pregunté si era justo tal litigio
con el tiempo poco que nos toca...

Yo sé que estás harta
de contar arrugas en los espejos
de tocar con otras manos mis noches
de pasar corriendo por casa
y hacer revista de todo;
de mis estados anímicos
de mi falta de aliento
de mi desprecio por la ausencia.

Sé que tus besos se van con otros besos
que tus sueños embarcan hacia otra vida
que los océanos abarcan soledades
interminables... como las mismas certezas.

Lo sé; lo sé; lo sé.
Pero, ¿qué puedo hacer yo con eso?

Las palabras sudan
estremecidas en mis labios
cuando tu boca respira despedidas pensadas.

Nos ahogamos de tantos verbos
de tanto no conjugarlos
de símbolos callados en los corazones.

Nos vamos yendo
donde comienzan
todos los silencios hablados...

Nos vamos aturdiendo de tanta soledades.

Todo lo dicho

Dejo atrás todo lo dicho,
y por si acaso se te ocurre regresar
y en el rincón breve de tus sombras
encuentras alguna luz
poco o nada familiar en tu lugar

que la sorpresa no te mate
que la tristeza no se note
que haya un día para la despedida
y unas cuantas noches para el olvido.

Se reconocen

Se reconocen hasta en las sombras
pero no por las sombras que fueron
sino por las que están siendo ahora.

En patio de tierra

Nos recuerdo ahora
como cuando la tarde
llegaba
allá en patio de tierra...

compartiéndonos
entre mates.

Tú me mirabas
y yo me la jugaba
a que aún me amabas.

Eran otros los patios
otras las tardes
como el río que corre
y es el mismo, y es otro

así fuimos aquellos...

como cuando la tarde
llegaba
allá en patio de tierra.

Como un fénix

Como quienes por el sueño son sometidos
entre sobresaltos de lujuria y pasión
en fortaleza natural
sin temor ni culpa, casi felices,
muertos que de morir nada saben
olvidados de sí, entre las negras piernas
como sombras que van hacia la noche
en la embriaguez vacía de los miedos

tú y yo, tristes corazones entumecidos
al candor de los besos, como vivas brasas,
hemos de volver como un fénix, embravecidos
al caudal rojo sangre de la vida.

Se tejen redes

Se tejen redes de palabras,
gestos, silencios, pasos,
árboles, hierbas, aire fresco y rocío de la mañana.

Se tejen pactos, de amor y de desamor,
de encuentros y desencuentros.
Se tejen redes con "los" y sin "los",
con los "por" y los "por qué".

Se tejen y destejen, y lo más importante,
lo realmente importante,
es que nunca me falten los hilos de tu ser,
dándole sentido a la rueca mágica de mi locura.

Esta noche

Esta noche tiene ese no sé qué,
que me llega y me arrastra
hasta el costado de tus silencios,
frente a tu ausencia de vivos recuerdos.
Esta noche no me quedo contigo,
serás tú quien se venga conmigo, siempre.

Ahí, donde no estás

Disfrazas de colores el negro día
y llegas a mí en cada rayo de sol;
me despiertas para recordarme
que más me vale pensarte que extrañarte,
más desearte que olvidarte

y es que es tu sombra
la que se diluye próxima a mí,
a cada vuelta o revés de mis pasos.

Así... si mis pasos son silenciosos,
los tuyos son el silencio mismo.
Entonces, me acostumbro a sentirte
ahí, donde no estás.

Todos mis naufragios

Vengo de caminar todos los absurdos
y tras las sobras de la felicidad
he creído encontrar entre mil brazos,
en pasos ciegos, en callejones sin salidas,
la tentativa heroica de un nunca jamás.
Tanto así, que hasta el cielo
se ha abierto ante mis pasos y ha llorado
y me ha diluviado
en pos de todos mis naufragios.

jueves, marzo 06, 2014

Raíces en el viento

No se puede echar raíces en el viento.
Están equivocados quienes así piensan;
pero, también es cierto que existen los poetas.

Rara mezcla de vuelos limpios y soledades,
con plumaje de verde agua en las miradas.
Solo saben volar; no tienen pié para la tierra
ni una sola cama para el amor...

Yo los veo, los leo desde lejos. Me les aparto
si acaso comienzo a verles el paño monacal;
o el artificio de la santa bendición en las frentes.

Yo les creo. Les creo cuando los duermo;
cuando los sueño callados y calmos, les creo.
Les veo; les leo; les creo; y los sueño al callarlos.

Amaneció azul

Amaneció azul,
con claras manchas de esperanza.

El cielo tendía puentes de nubes
y los sueños tenían alas de luz.

Yo besaba el infinito próximo...
entre tus sombras y mis deseos.

ABSENTIA

No sé si eran tuyas las manos
o tal vez, en las penumbras, eran las mías.
Solo sé que llegaste, me abrazaste
y quemaste a flor de piel mis sentimientos
hasta derretirte, en la fragua de la noche,
desbordando a lluvias en tormentas,
diluvios y recuerdos omnipresentes.

Poema "E"

Besos que exploran
en la filigrana, los delicados hilos
de esta trama tejida al verbo
de las ansias diarias.

Prosas

PROSA UNO

¿Puede acaso, amarse a irreverencias?
Pues yo amo a destajo de mis antojos;
amo como mejor me sale;
recreando el verbo a disciplinamiento
de mi capacidad absoluta de amar
desde las sombras más profundas del abismo.

PROSA DOS

Me enciendo un cigarrillo,
tras la promesa postergada de abandonarlo.
Pero eso no importa, lo que realmente importa
es echar a andar una maquinaria celeste,
solo comparable con aquella otra,
articulada por palabras, frases o versos.
Esta maquinaria se mueve lentamente, o más bien,
al ritmo propio de sus certezas a ser corroboradas.

Hay dos

Hay dos que se buscan
a contra voluntad de regreso
que se niegan hasta desearse
por saberse de un pasado más tierno,
más loco y apasionado...
y con cierto fin descolgado,
sin lugar para la despedida de las pieles.

Hay dos que se hacen duros
incluso a las propias necesidades
y prefieren hacerse a las sorderas
a no dejarse ni ver en la nada
y que se apresuran al adiós
a falta de un "te quiero" o más aún
de un inconveniente "todavía"

Hay dos que reniegan
de un presente que los ahoga
que suspiran por lo bajo
o como mejor se saben
como mejor se llevan
en esto de ya no llevarse;
porque la vida es una y sigue
y los ríos no se detienen.

Hay dos que se sostienen
pues no saben de golpes ciegos
ni de recuerdos pasajeros
ni de arañar feroces silencios.
Hoy son dos absurdos creciendo
cultivando proximidades
cuando alguna vez
se prometieron distancia
en medio de lo cercano y lo cotidiano.

Pájaro en mano

Quiero retener en mi mano
tu sexo de pájaro tembloroso
y mojar su plumaje
en la humedad de unos besos.

Quiero ser de su vuelo
el viento que lo planea
a riesgo de desplumarlo.

Resaca metafísica

El alma no tiene piel
ni siquiera tiene lengua;
no tiene tacto ni sudor.

Nada de lo que calle
podrá mojar tu sexo.
Me queda escribirte.

El alma no es palabras
en derroche de ganas,
entre distancia y tiempo.

Me quedan solos versos
rearmando este poema
afirmación de la ausencia.

El alma no tiene sentido,
carece de esa estructura;
pero es su íntima relación.

Te extraño

Te extraño, en este raro delito
de no nombrarte
de no escribirte ni hablarte.

Te extraño
en lo que desangro
en mi verso
en la mirada cansada
en la prisa diaria
en la rabia del abandono.

Te extraño
en la risa que me alumbraba
en los ojos que me rehacían
en el verbo
en las palabras
en todo lo que me hacía extrañarte.

Te extraño
a rasguña dientes
a soberbia de callarte
a insolencia de negarte
en la pasión que me desborda
y en furia por tu ausencia, te extraño.

Antes de mañana

Te quiero con indecencia traviesa
como aquel que no sabe de palabras
ni de versos, ni de chamuyos baratos.

Te quiero con el gesto y en el gesto
y en el beso que se estrella contra la noche
cuando las miradas calman a la fiera salvaje.

Te quiero más cuando muerdes hondo
cuando me desnudas de pudores tontos;
y cuando dices sí, diciéndome "mejor no"

Te quiero a botones ajenos a ojales
cuando las pieles saben ya naturales
cuando suspiros saben hablar por ambos.

Te quiero, y no sé bien cómo ni cuándo
pero te quiero a despedidas, a recién llegadas
a te quiero siempre o como antes de mañana.

Te quiero y más, ¿qué importa si te quiero
como tantos otros te han querido ya antes?
si yo... yo solo te quiero como mejor me sale.

Amo la oscuridad

Ahogarme en tu veneno
no fue tanto;
mas me hubiese gustado
beberlo todo
si tu piel negra era el cáliz
concentrado de las noches.

Yo ahondaba en besos
donde la luz no se atrevía a llegar.

Te confundía con el deseo oscuro,
y con la sombra lujuriosa que huye
del amanecer, cuando el orgasmo.

Tu boca abierta
se tragaba los abismos
mientras, al filo de tus labios rosas
se estrangulaban las lluvias
los ríos, el rocío y el mar...
La tempestad era un temblor
en la penumbra de los gemidos.

Dónde estábamos

¿Dónde estábamos hace un año, recuerdas?
Estábamos donde mismo hoy, donde ahora;
donde y desde donde nos hacíamos palabra;
donde ni cielo, mar o montaña nos importaba.

Estábamos cerca, atravesándonos en el otro
como quien, en lugar de volver en sí, vuelve
en el otro ser, ya sin ser los mismos, y felices.
¿Dónde estábamos hace un año, recuerdas?

Estábamos siendo los sueños en los espíritus
cultivándonos... en las nostalgias de las pieles,
que se nos hacían agua en la boca y las ganas
de bebernos, agotarnos y secarnos de a gotas.

Era en el otro

Yo no tengo fingimientos,
tengo el destrozo mismo
alterándome las moléculas de la verdad.

Yo era una multiplicidad
consustanciada con el cuerpo sin órganos;

yo era, soy y seré...

cada parte de mí era en el otro.

Aún así, estoy vivo.
Sobrevivo como unidad... poética
elemental y universalmente yo.

Cartografía

En ti, reinventaría
la cartografía del deseo,
dibujando a besos
tus anhelos más osados.

Fin del amor

Teníamos el cielo copado de incomprensiones
de heridas mal curadas, de errores incurables;
teníamos las noches y los días todos contados,
por el cuantagotas de las decepciones pasadas.

Nuestro infierno era frío y poblado de soledades
nuestros gestos no se hallaban ni en las sombras
ni en los silencios... ni en los recuerdos poblados
por las añoranzas de nuestros cuerpos mutilados.

Éramos tan extranjeros el uno del otro... y en sí
que ni los espejos se extrañaron de vernos solos
con las miradas ya cansadas de tantos abandonos
en los pliegues indignos de nuestras horas todas.

Ah, otra vez

Ah, otra vez; amanece nuevamente
y con el mismo filo de antes, corta...
corta la fina hilacha que me sujetaba
entre este y el otro sueño... zurcido.

Botón desencajado en un ojal abierto
con ciertos ecos de vacíos en rugidos.
Una a una se van cayendo las prendas;
la mañana queda totalmente desnuda.

Llega y besa las pálidas formas, los colores;
llega... y besa el trinar histérico de las aves
llega tocando a desgarros unas pupilas
las contrae, las dilata y las deja vacías.

Tu vientre de espuma

Yo besaba tus blancos tobillos
como a la espera de un aguacero.
Yo me deslizaba por la costanera,
y acariciaba tu vientre de espuma.

Una a una, en lo que caía la tarde,
las bravas olas hundían mi nave,
y nos rompíamos frente al puerto,
sobrevivientes tras las tormentas.

Bien no lo sé

Solo se puede comenzar
por el principio azaroso del primer paso
luego, lo que raje...
de igual modo, el resto ha de venir.

Una cana más al detalle de los días
una arruga cada vez más honda
y este pensamiento... bueno
siempre a flor de piel y de los sentidos.

Y en el espejo de los despertares
indescriptible, la melancolía
empañando los gestos de este otro lado
sin dar ni pedir permiso alguno
es como una legislación para extranjeros.

Y no es que hoy, por vez primera
me sienta en las carnes de los raros
es solo esta frecuencia
de verme con los ojos tan nublados
ya sea por el vicio
o por la inconsistencia misma de todo...
bien no lo sé, pero me parece.

Susurro calmo

Como preludio de un sentir
tu voz y la mía
se diluyen en la noche.

Son esas sombras tímidas
crepitando en las chispas de una hoguera
o en el susurro calmo de nuestras almas.

Te vas haciendo distante, escapando
a la par de los segundos de una hora
en la que mejor no conjurar
recuerdos que nos abruman.

Me voy... como quien prisa lleva
por guardar, a destajo, algunos sueños
en el baúl del olvido.

Solo nos falta la luz penetrante
a fuerza de puñales
abriéndonos en las heridas.

Yo ya no sé
si curaremos con el tiempo
o si será el tiempo el verdugo
flagelándonos a imágenes
impresas en nuestras almas.

La verdad, no lo sé... pero lo intuyo.

Un hueco en el vacío

Debo madurar un hueco en el vacío;
hacer germinar mis silencios escritos
y florecer en la palabra del amanecer.

Tus sombras

Y aunque tus sombras sean profundas
y dejen en mí solo rastros de oscuridad,
voy a buscarte en la noche de las noches,
y en la sonrisa dentada de la muerte loba;
en la calvicie de esta luna vil y sangrienta,
o en el costado frío y silente de la ausencia.

Indiferentes

Indiferente, el tiempo de las hogueras
de los que arden
en las que otros se queman
y no piensan sino en los ardores;
otros se miran, frente a frente,
y a nuestras espaldas,
y son los que se llueven y se colman.

Cruzando el charco

Cruzando el charco solo hay frío.
Una genealogía del frío
inmemorial y metafísico.
Queman a razón de ser hielo abrazador
materia insípida y hasta aburrida.
Desiertos de un tiempo mitológico
que necesitan para cobrar relevancia
y para hacerse con el derecho divino.
Cruzando el charco no hay nada.
En vano buscarse en raíces inciertas;
solo hay vacío, ni siquiera una ánfora.

Hoy no se me antoja

Hoy no se me antoja el poema
ni siquiera el hilado de versos; menos tú
a desgano de agotarme en el intento.

Sí, el desgano me dinamita el ánimo;
me asalta desde cada rincón, de a ratos.

Algún día, aprenderé a descansar...
cuando abandone el simulacro de las sábanas.

Soberbia

Sé del capullo gustoso en mí
que estalla a la luz de tus labios
cuando tu boca de antojos
abraza quemante
el pétalo frágil y terso que envuelve
la esfinge soberbia de raro tallo.

Él crece en vigor y sin espinas
y tú lo agotas, en el gota a gota,
cual si fuera inagotable fuente
o como si tal, el rocío de la mañana.

Prefiero sea la lluvia

Prefiero sea la lluvia la que llegue y moje;
la que llegue y deje palpitando un antojo
y nos desarme en más lluvia y en antojo;
y que al desaparecer nos nazca en flores
inaugurando destellos en las madrugadas
al robar la humedad de entre tus sombras.

AUTOPSICODESCRIPCIÓN DE UN ESTADO

Hay días en que el cuerpo pesa, y pesa mucho,
montañas de escombros para tan solo un alma.
Y esta insistente sensación de andarse a pecho abierto
o a pulmones arrugados ya sin capacidad para tragar más aire.

Esta ebullición de la sangre
en las venas mismas, en los sonidos sordos
como de un millar de gusanos
que comienzan a provocarme arcadas de nada.

Gigantescos gusanos o serpientes retorciéndose
en las superficies laterales y externas
de los órganos vitales y la membrana del cerebro...
quemada, seca e irritantemente ausente.
Y este vacío... creciendo inexorable
en un corazón harto de sufrir por todo.

Las metáforas se me desvanecen
como por licuado de palabras, de anti-palabras
y el pensamiento estalla
sin dar lugar a tregua a ser pactada
aunque no más sean
tan solo entre suspiros breves y estertores.

La razón me abandona a desgano de ser.
¡El antiguo juicio me abandona!
me deja arrojado en mi propio abismo.
Ni el remoto amor me salva, ni la esperanza:
"-¡Soy un homo post moderno!"
He aquí el desgarro total y radical.

A los relámpagos


Éramos a los relámpagos...
ángeles sobrevolando las pieles
como temerarios nada sutiles
partiéndonos contra la tierra.

Ni a luz ni a oscuridad, la noche
exhalaba de nosotros... todo.
El cielo solo era un límite
ardiendo a nuestros pies.

No había nada de secretos
ni misterios... Los gemidos
apagaban la sed de los desiertos.

Éramos, ni bien acabábamos,
de todos los días y las noches
la continuidad y los ciclos...

Éramos, a los relámpagos vivos,
solo un par de ángeles caídos.

Éramos un suspiro de eternidad,
en el ronco espasmo del orgasmo.

sábado, marzo 01, 2014

Alfombra de besos


Te llevo atornillada a manos cerradas
a sueños que me despiertan a la nada
a esta ausencia nacida tras el espasmo
de las caricias venidas de mi nostalgia.

Te llevo y te traigo conmigo a sobresalto
en el recuerdo de mis carnes marchitas
en el reflejo oscuro de las flores malditas
en la navidad de mis angustias primeras.

Te llevo colgada a una mirada de siglos
a toneladas de noches vacías, desnudas
en las que tus ojos encendían antorchas
para caminar juntos senderos y deseos.

Yo no sé

Yo no sé
ni la mitad de lo que saben otros
solo he visto nacer
un dolor en forma de espinas
clavándose
en lo más hondo es mis palabras
cuando el silencio
se ha hecho carne de la ausencia.

Yo no sé
pero esta mañana viene cargada
y las negras nubes del cielo
pesan menos que mi alma
y la lluvia que engendramos
y las lágrimas que guardamos.

Hoy me asiste

Hoy me asiste
esa necesidad de tenerte cerca.
No sé bien si para hablarte
o tan solo tal vez, para callarte.

Cerca, tan cerca
como para que me entiendas
en este raro lenguaje
de los versos o de los besos.

Quisiera tenerte cerca
tan cerca, y al punto,
de no tenerte tan fuera

de sentirte acá adentro
respirando en mí y de mí
sintiendo cada uno de mis latidos.

Hoy me asiste esa necesidad;
y tal vez, tan solo sea
por meterle celos a esta soledad
que por momentos me es tan cruel
y tan fieramente indiferente.

Otras eran...

Al cabo, creo que he amado más
a la rosa del poema y sus espinas
que a las que florecían junto a mí
clavándome, y desgarrándolo todo,
cual si fueran la sinrazón de mi verso.
Otras eran las rosas, otras las espinas.

Las veo noche

                                   Foto de Luciana Arzich  

Determino soles para este cielo en nubes...
y lo despeino a ráfagas de vientos marinos.
Lo miro y lo miro, y algo me resulta familiar
¿será que lo he soñado libre de sus leyes?

Ahora, se nos va la tarde sin darnos aviso;
cree que me sorprendo, y está en lo cierto.
Me ha clavado una exclamación en el alma;
y me ha dejado las pupilas contaminadas...

Yo no veo pájaros en vuelo; veo alas rotas
cayendo desde los altos cielos azules. Las veo
tocar suavemente el suelo; y veo el plumaje
teñirse de noche y totalidad. Las veo noche.

Nostalgias de sábados


Antes de que los sábados fueran estos sábados
yo solía salir a caminar... y caminaba mucho.
Tal vez, porque otra era la ciudad y no esta
tal vez, porque se trataba de mi propia ciudad
y no esta expropiación metafísica que me asfixia
y me da vuelta del revés, y me seca al viento.

Palpábamos las voces


Nos palpábamos las voces
como queriéndonos escuchar
como si tuviéramos aún viva
la esperanza de encontrarnos

mirábamos cada uno el techo
cuando el desvelo
nos besaba en las frentes.

Debimos besarnos a fondo
los abismo,
cuando aún estábamos a tiempo;
pero los días eran distantes
y las noches eran urgencias.

De los desvelos


I

Me enciendes
con el primer beso de tu mirada
y a tan solo unos pasos
el temblor de tus labios... abraza
entonces, te enciendo en leve roce
o en el fragor de mis deseos.

II

Puedo caminar a ciegas y al descuido
por el borde sigiloso de mis deseos
caer... o dejarme caer, profundo
en el pozo hondo de tu vientre
o en el abismo de tus gemidos.

¡Esa es la bella oscuridad de tu nombre!
¡Ese, el éxtasis primigenio y explosivo!

III

Dormir en ti,
y despertarme en ti
trastornando las vigilias
o trastocándolo todo
para soñarte nuevamente.

IV

No es que yo me crea
en el portal del infierno
pero, ¿qué puede importarme arder
y revolverme todo en ti,
aunque más no sea una eternidad?

V

Nada. Acaricio tu sombra
en la idea de este ida y vuelta;
y en el revés... y en el reverso
de estas sábanas y almohadas.

Amaneció azul


Amaneció azul,
con claras manchas de esperanza.

El cielo tendía puentes de nubes
y los sueños tenían alas de luz.

Yo besaba el infinito próximo...
entre tus sombras y mis deseos.

Hasta aquí

Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...