Víspera

No era ámbar
la mirada;
era la luna
como no la hemos
de habitar nunca.

Y la presencia
era otra;
y los besos
las sonrisas
cuando nos amanecía.

No eran ámbar
las miradas,
ni siquiera
lo era la luna;
era tal vez, no lo sé,
esa miel derramada
en la víspera
de lo anhelado.

Comentarios

Entradas populares de este blog

RELIGARE

UN SENDERO ESCULTOR

LA HISTORIA DEL HAMBRE