jueves, febrero 27, 2014

En el umbral


Pero, ¿dónde es que te he puesto?
No recuerdo bien si fue entre mis anhelos
entre mis ganas de verte cada día
o simplemente, en el revés de cada verso

Sin embargo, te veo...
te veo en la sonrisa del día, allá del horizonte
en el brillo de las cosas que te nombran
en el río que me atraviesa de lado a lado
y siembra puentes entre tus besos y mis sueños

Te veo en el umbral de mi puerta
sembrando bienvenidas
entre tus brazos y los míos, y nos veo...
Te veo y me veo en la corriente temprana
acariciando las heridas
y en el debajo de mi cintura, te veo y te siento

Te veo en mi biblioteca, entre mis libros
entre mis versos te veo saltando
asaltándome a besos, entre sonrisas y deseos
y te veo, también, con las manos llenas de nombres
llenas de ríos, de mares y de montañas... hoy te veo.

Vestir su desnudez

Yo convergía
desde todos los puntos del universo
hasta esa línea bendita de su escote.

Sus labios
eran una invitación abierta
para todos los besos
que urgían por vestir su desnudez.

Los poemas también...

Los poemas también mueren.
A veces, mueren de pie o al pie
de quienes los hubiese coronado de vida
siendo la gracia de tal inspiración.

Los poemas también mueren.
Yo acabo de matar uno
en el desgarro de este corazón
cansado de estar cansado de tu nada.

Los poemas también mueren.
Pero mueren como los ríos en las crecientes;
arrastrando todo a su paso desolador
heridos por tan absurdas crueldades.

Los poemas también mueren.
Primero, se les pudren los versos
se les secan las rimas y los sentidos
y por último, se hacen polvo que al polvo van.

Los poemas también mueren.
Mueren a traición y por olvido;
pero mueren enterrados vivos para siempre
quedándose ciegos, sordos y mudos.

De la piedra latente

I

El tiempo de los besos y los desgarros
queda atrás... se me hacen piel con los recuerdos
y los entierros a podrirse en un corazón
harto de estar harto, por tantas cosechas híbridas.



II

Desolación... desierto que se define en sus opacos
en corrientes de sentires paralizados... congelados
en llantos sin lágrimas, a falta de los besos y la saliva.



III

Debí arrancar de mi pecho
esta piedra gelatinosa
dejarla secar al viento del tiempos

tierno pedregal de los frutos incomibles

Debí escapar hacia el interior de su hueco húmedo.



IV

Pero no todo es desolación y frío, y campos yertos
no todo es jardines mustios y amargos desvelos

también hay...
despertares de una esperanza aún viva

viva y a pesar de tanto dolor enraizado

piedra latente de todo
alimentándose de olvidos
para poder sobrevivir.

De los desamores

De pronto, uno despierta al día
de los desgarros todos del alma
e intenta reunirse en sus partes
sobreviviente de las mutilaciones.

De repente,
los nombres desaparecen
y todas las promesas rompen
en más de mil fragmentos.

"Era de esperar"
-susurra una voz socarrona

y el cielo pierde sus colores;
y el sol lacera con sus rayos.

¡Cuántas mitades buscándose
agitan el valle de los desamores!

Pronto, nos damos en ser
en un hervidero de preguntas
de respuestas quebradas
que no llegan jamás nunca
de solicitudes olvidadas
por alguien que también
se desarma en preguntas.

Así, estamos enterrados, solos,
en las ruinas de la indiferencia.

Entre dos

Uno solo puede construir silencios...
pero entre dos, ¡ay, amor!, entre dos
el universo puede mutar su nombre
y pasar a ser... nuestro silencio todo.

miércoles, febrero 26, 2014

Las heridas se abren


Obscenos... los pájaros crepitan bajo tus senos
y el oleaje de melancolía que sudan tus noches
apenas semeja lo que ha sido mi vida a tu lado.
Ya no conviene recordar quién escondió el puñal.

Las heridas se abren para mostrarnos diferentes;
lejanos a esas sombras que dotamos de colores,
para pasar una temporada en el infierno amoroso
de los besos y las lágrimas que nos desbarataban.

¿Cuántos sueños hemos invertidos en amarras?
Todos y ninguno han valido al final esta muerte;
palabras que se nos fueron pudriendo en floreros
cuando la tarde se guardaba los últimos pétalos.

Yo te quería, claro que te quería; tanto como tú
has gastado noches y días amando esto que soy
y no hemos desfallecido en el intento tan pronto
pues teníamos puesta la fe más allá de los espejos.

Esa maldita sed

De este otro lado de las sombras
hay besos que me han remitido a ti
sea ya por húmedos y tibios
o por ese desasosiego de la sed
como manera furtiva de buscarnos
encontrarnos y devorarnos
hacia los adentros,
explorando nuestros vacíos

Esa maldita sed que no se sacia
que araña y rasguña las gargantas
que las seca y las parte en dos
como a corazones de arcilla
como a cántaros a la vera de una fuerte
seca, bajo el sol del estío

Esos eran tus besos, aquellos los míos
acaso ya olvidados, acaso ya agotados
como resquebrajados pétalos sobre la arena.

Cuando sonríes

Tengo los versos entreverados
entre tus noches y mis antojos
entre tus días y mis soledades

y tengo... ¡todo esto acumulado!

Tengo una sonrisa fresca... y río
ante tus ojos, cuando me miras,
y entre tus labios cuando sonríes.

¡Te llevo grabada en la sonrisa del día!

En tu humedad

Te quiero ni bien me amaneces;
pero te quiero aún desde antes,
cuando mi sangre en polvorín
en tu humedad... arde y quema.

En la sonrisa anhelante
en las pieles que se tersan
al despuntar la mañana
o en las corrientes agolpadas
entre todos los sentimientos;
entre tu ausencia... mis ganas
y aún en nuestros "te quiero".

Me dueles

Lo sé, estoy a solo una decisión de distancia;
y a unos milenios de toda anodina esperanza
o a una mutilación de todo abrazo esperado.
Lo sé, me dueles a desgarro en pecho herido.

Me dueles en las silentes sombras de la noche
y en la madrugada me dueles, en cada hora rota
en el desvelo todo; y en cada instante me dueles,
como cuando el vacío... nos recubre las miradas.

Nadie sale vivo de aquí

La probabilidad
de salir con vida de esta,
no se resume
más que a intentos fallidos
de perpetuidad y ego.

"Nadie sale vivo de aquí."
-Lo dijo el maestro,
y yo no lo dudo, ni un instante.

Pues, entonces,
salid y vivid todo cuanto puedas.
Vivid hasta tus otras vidas,
la de tus sueños,
la tan anhelada y deseada
desde siempre.

Usa todas las máscaras
que te sea lícito usar.
Deja atrás
los preceptos del "No se puede".
Hoy puede ser tu primer y último intento,
no lo desperdicies.

El fracaso
es solo una perspectiva
en los ojos de los que ya las vivieron
y no se hallaron a "Sí mismos" en el otro.
Tú tal vez puedes.

Estado febril

La última de mis semillas de noche
quedó enterrada a tres palmas
por debajo de tu ombligo,
entre tu falta de estilo corriente
y tu tacto de sombras en llamas.

Yo te buscaba; quería ser tu agitación
entre las ramas del árbol de la locura;
y me alimentaba de tus hojas vacías,
escritas al roce de las cosas mundanas.
Al cabo, fui arrastrado hasta tus orillas.

Florecer en poemas

Una mañana de estas,
voy a cruzar el umbral de los imposibles
y te voy a estrujar los versos de los labios
hasta florecer en poemas
a las sombras de la lluvia.

El idioma de las flor

Yo no comprendo
el idioma de las flores;
solo sé que el amanecer
es un beso el que alumbra
y que todo lo demás
despierta con tu aliento y tu saliva.

martes, febrero 25, 2014

Mini-Poema Masacre


Yo
no

de traducir
este dolor
tan agudo
tan de clavos oxidados

de puñal desafilado
de desgarro a carne viva
de rasguños herrumbrados.

Yo no lo sé, pero me duele hasta el alma.

Perro bobo


Durante que estuviste
no me dejaste
ser tu sombra;
ahora dime,
¿por qué crees
que debería serlo hoy,
tratando de alcanzar tu huida?

Soneto trunco


Jamás he intentado coger entre mis dedos
el pececito rosa que flota cálido en tu boca.
Creo que jamás lo haría, que no lo buscaría
pues me gusta sentirlo jugando en la mía.

Y cuando ya tranquila la noche y los latidos
acerco mi oído a la tempestad en tus pechos
y me dejo envolver por las olas de tus suspiros.

Sé que he podido escapar ileso del naufragio;
pero ¿a quién le puede importar escapar si uno
se siente renacer en esos temblores de vientre?

Fragmentario de Uno y Dos


Segunda Parte

1.
No puedo compartir
el sentido doble de tu ausencia;
apelo a encontrarte
en el borde álgido de mis mentiras.

2.
Si la mentira abriga tu piel
ya eres esclava del verso que te maquilla.

3.
No preguntes por la noche
si no has palpado la oscuridad
entre las sombras de los días.

4.
Yo no adoraba tu superficie en vano,
sabía bien que era el claro camino
para ahondar en lo profundo de tu alma.

Tartamudeo


Ella aprendió
el tartamudeo inútil de los hombres,
y desde entonces,
anda transformando
todo lo que toca en versos;

y se ahoga cuando un sí
y se inunda cuando un no.

Sale a la calle cada mañana
como queriendo embestir los verbos,
y se da con la dura realidad de los pretextos.

Ha mentido, lo sé; pero,
lejos de ser un alma que contaminada,
dice siempre la verdad.

Ella anda y anda sin volar
dando pasos por entre las ramas.
Cae de día, muy lenta,
y como la tarde se ahonda en oscuridad.

Ella, la rosa


Está de más suponer
el color que llevará la rosa.
Ella será bella o será hermosa,
y en el poema quedará el misterio.

Ella ha sido y será
todos los siglos por venir;
silencios que se escriben
en la delicada melodía de la tarde.

domingo, febrero 23, 2014

Tus formas


Tú debiste
conservar
todo;
incluso
la noche
enredada
bajo la luz
de tus sombras.

Esa forma
cautiva
buscando
la oscuridad
donde por fin
descansar
a orillas
de las estrellas.

Yo alucinaba
tus formas
en movimientos.
Te intuía
huracán
o volcán
desbordando
el epicentro
de mis caderas.

De poeta a poeta


Bien no sé si ha sido tu sonrisa
o quizás ese brillo en tu mirada
los que han dicho en el silencio
mi nombre, mi amor y tu verso.

Puede que hayas nacido en mí,
y en cada verso de mis poemas
como un canto que se encarna
en el revés dichoso de cada letra.

Solo un poema de amor


Y aunque fallo en el intento
por deshacer tu nombre
que me sigue a cada paso
en el encuentro con el día
como fantasmas en procesión
entre clamores silentes
o como noche que se ha tragado
la luna de un solo bostezo,
voy a tender puentes de espinas
para llegar y besarte.

Entonces quizás, tu nombre
sea la cifra de todas las cosas;
y callarte... implique algo así
como sembrar las semillas del caos.
Y es que tus labios, tal vez,
cerrados como medianoche
y brillantes como diamantes,
sean la sonrisa alegre de un dios
que se distrae recreando el universo
entre tus besos y mis versos.

Es domingo


Que nada rompa
con la línea austera
de un decir calmo.

Es domingo y ya;
solo una voz calla
más allá de la mía.

Se abre un silencio
y todo lo que ha sido
renace en fantasmas.

Fragmentario de Uno y Otro


Primera Parte 

1
Me amanece nublado
y menos pensado que ayer,
sigo mordiendo su ausencia,
indiferente de mí.

2
Soy una canción desgarrada,
toda emparchada de tangos.

3
Harto de estar más que harto
harto de andar sin encontrar
tal vez, por ni siquiera buscar
o por seguir tras las huellas
de mis desvelos en claridad,
he venido a clavar mis rodillas
ante el altar de mi fe en ti
y hacer de este momento
mi región última y primera
y mi necesidad de ser en ti.

4
Tengo dos sueños juntos
uno frente al otro
hundiéndose los párpados
el uno contra el otro
como en batalla naval.
El primero en bostezar pierde.

5
Lo que me conmueve de ti
tiene menos que ver contigo,
y más con lo que me provocas.
Al cabo, uno se ama en el otro.

6
Yo liberé los pájaros de la indulgencia
que aleteaban entres tus pechos. Hice de ellos
un jardín posible para todos mis tormentos,
donde reposaban, agotados, los amaneceres,
después del amor, cuando las jaulas lucían abiertas.

7
Sentir en puño cerrado
la impotencia. Pero, bajo la lluvia,
ver cómo se abre en flor,
dejando se alce en vuelo,
este domingo por la tarde
que se va; o que ya se ha ido.
Solo esta noche sabe
dónde anidan los últimos rayos.

8
Solo de sentires se tiende puentes;
a veces, quebrados cuando ciegos.
Construidos sobre las tempestades
en melancólicos auxilios en ruegos.
Nuestras voces se pierden más allá
de unos muros proclives al silencio.

sábado, febrero 22, 2014

Lo raro es


Lo raro es
llevarte prendida a mis silencios
a un callarte que no va con olvidos
y que no alcanza a perdón

lo raro es tener que lidiar contigo
cuando estrujo algún sentido
cuando rebano alguna idea
o cuando me doy a improvisar
instantes sobre el instante
en esto de aprender a llevarte
y hacerte
sombra entre las sombras
de algunas de mis palabras.

Dónde fue


¿Dónde fue que me hice un verso latente;
en qué poema; en qué recóndita soledad?
Solo a nuestro pesar, nos fuimos callando
como quien apaga una estrella en la noche.

Éramos reflejos de una misma lágrima azul
ahogándonos... en los océanos de la tristeza.
Tú me esculpías en simetría con tus dolores;
yo te escribía fiel, a la altura de mis abismos.

¿Dónde fue qué, y en qué tiempos remotos,
tu beso mordió la levedad de mis muertes?
¿Dónde fue que dejamos las flores benditas
que, tu nombre y el mío, cultivaban a diario?

Eso yo no lo sé... ni lo sabrás tú tampoco.
Solos, cada quién en extremos distantes
sabremos finalmente, decires susurrantes
entre las copas de los sauces, a los vientos.

Invención de la luz


Yo no conozco
la invención de la luz
a la hora de mis desvelos;
solo sé de palpar tu nombre,
en las penumbras
y entre las sombras.

viernes, febrero 21, 2014

Siempre habrá olvido


Siempre tengo presente
que voy a olvidar, incluso,
y sobre todo, tu nombre,
tu rostro, y tal vez...
este antojo de verte
de cuando en cuando;

o de que al salir a caminar
y perderme
desorientado en mí,
ni bien haga tres cuadras
ni bien gire en una esquina
o bien al cruzar una vereda...
siempre
habrán una baldosa o una vidriera
una nueva cara o algún alma,
inevitablemente... a ser olvidada
jamás pasada por mí,
ni por este otro
que me escribe a derroches
o que me olvida,
cada vez que me calla en sus palabras.

Como quien no quiere


Como quien no quiere
te has confabulado
con todas las formas de tu nombre
para borrarte de mi memoria.

Yo aún te busco y te reinvento
y te ando haciendo la pasada
por entre las veredas del pasado
y las calles del verso color tierra.

Te busco; y aunque ya no doy
con tu desnudez en flor
te encuentro vestida de poemas
entre mis rimas y mis desvelos.

jueves, febrero 20, 2014

Despunta la mañana


Amanece, tan simplemente como eso
como ya ha ocurrido tantas otras veces
y como se ha llorado por esto o por aquello
o como otras tantas veces, nos hemos secado.

Como nos hemos estrujado millones de veces
hasta darnos vuelta y que nos llueva por dentro
o hasta que ya no haya quedado nada...
ni el amanecer, ni las lágrimas, ni los recuerdos.

Tan así amanece... como si nada, por nada;
solo y simplemente inevitable. Pero amanece.
Sea ya en un ojo gris o en otro verde azulado
solo nos amanece y ya. Despunta la mañana.

Las palabras


Las palabras conspiran
renacen de entre los sentidos
me buscan donde el suspiro
y me encuentran entre mis versos
donde la noche se hace día
y el día se desgrana en tarde y muere.

Las palabras
tienen esa magia de las piedras;
se congelan a las sombras de una espera
y no siempre brotan a la luz de un poema.

Al revés

¿Y cuando la poesía no lo ha podido?
Entonces, el agotamiento ha ganado
y tú, al revés, sigues siendo un dolor
que cuando despierta me hace noche
y la angustia le gana a nuestro olvido.

Profundidad

Lo más profundo de ti
estaba a flor de piel.

Ni tus sueños me seducían
ni aún tu cielo de carencias.

Yo ahondaba en tus huecos
buscando un sentido oculto.

Desgano amor

En tanto que tú
le sacudes el polvo al desgano amor
otros le sacan polvo a los antojos
acumulando noches
y los muebles resplandecen
a la luz de velas (y los deseos)

Las noches... se apagan
en amaneceres azucarados.

Indiferentes del tiempo
de las hogueras que arden
otros se queman y no piensan
sino en los ardores;
otros se miran frente a frente
y a nuestras espaldas
otros se llueven y colman.

Y por cada sueño
que se viene en ruedo abajo
por cada lágrima que corre
por los cristales de los ventanales
de la nostalgia corriente
hay una igual o peor que tú
tragándose llantos a silencios.

La vieja ramera

Inspiración, ¡vieja ramera!
no creo en ti, ni en tus besos.
Lo mío es un ejercitarme;
caída libre sin paracaídas.

Nada te debo, ¡vieja avara!
ni a ti, ni tus hordas de musas.
Escribo cuándo y lo que quiero
sin pedirte permiso ni llamarte.

De las divinidades todas...
¡tú eres a la que menos tributo!
Vieja fea, esperpento nocturno
arrugada y pútrida meretriz.

Otros lleven flores a tus pies;
yo solo llevaré rosas a mi amada;
a ella besaré las llagas, las arrugas
los labios secos, cuando ya viejos.

A ti te he dado estos versos,
y no me leerás más escribirte;
guárdatelos bien... dónde sea.
Ya eres parte de mi olvido.

Éramos

Éramos tan jóvenes,
y el mundo tan viejo y loco
que supimos de volvernos cuerdos
en este manicomio.

Los días

Dime
qué costado prefieres,
y al amanecer
me quedaré allí
esperando.

Los días
demorarán
lo que tardes en mirarme.

miércoles, febrero 19, 2014

Querer amarte

¿Cómo es que voy a poder volver,
¡oh, fiebre brava de mi nostalgia!
si mi espíritu loco se ha perdido
entre los laberintos enceguecidos?

Las huellas de este querer amarte
crecen entre las amapolas blancas.

Te espero, sí. Voy a esperarte
como una sombra en la noche
silencioso, oculto y sin nombre.

Te espero; y no hay claridad
ni sortilegios... que me roben
lo más diáfano de tu nombre.

Mujeres llamas

Las hay
las que deben ser amadas
tal cual por lo que son

inconmensurables

como sexos en expansión
tragándose el cosmos
al despuntar cada mañana.

martes, febrero 18, 2014

Palpar tu nombre

Yo no conozco
la invención de la luz
a la hora de mis desvelos;

solo sé de palpar tu nombre
en las penumbras
y entre las sombras.

Los que se aman

No me puedo
convencer
de lo contrario

el fuego
no te comparte
conmigo,
si no es de esta triste forma
que la de las cenizas.

El fuego, tú
y este yo en llamas;
una combinación perenne
del infierno de los que se aman.

Hay voces, la tuya

Hay voces
que devienen poesía
en medio de las tempestades del silencio

la tuya
rosa enfurecido de los vientos
ha sido para mí un fiero huracán
que me ha atravesado, de lado a lado,
y me ha puesto del revés el corazón
dejándolo expuesto a tu ausencia.

domingo, febrero 16, 2014

No tengo más

No tengo más
que esta fragilidad
quebrada desde hace tiempo;
y aunque me hubiese gustado
guardarte los cristales

aunque no más sean molidos...
se me han hecho sangre en las venas.

Fue la rosa

Fue la rosa desarmándose
entre tus manos,
la que me nació en el poema.

Era un simple encantamiento
a perdurar
lo que dura el amanecer.

Cuajado a flor de piel

Solo tengo este cariño cuajado a flor de piel
como herida que luce fieramente un guerrero
tras las sombras avivadas de un adiós abatido.

La hora del desarme suena hondo... Es la paz,
volverse de cara al olvido... y continuar solos
dando trancos a ciegas, a la vera de la noche.

Yo le abría tajos a la ausencia... furiosamente.
Ahora tengo que zurcir abismos desangrados,
cada vez que el silencio... me repite tu nombre.

Desaparición

De a poco,
el olvido echa raíces en mí,
y en todo aquello que
alguna vez, pude representar
sin ir más allá de las palabras.

De a poco,
todo lo que importó
queda reducido a nada;

y ya ni el nosotros
que alguna vez fue algo
es ahora solo una sombra.

Parte del cielo

La luz me ha bañado de canas
y estoy algo más viejo y mojado,
sin tanto para decir por hoy
y tanto para callar mañana.

Y sí, un día me tenía que pasar.
Yo te lo he dicho muchas veces:
quiero ser como esas nubes
y salir corriendo por los bordes

quiero ser parte del cielo
y llegar, llegarte y llegarme
como lo hacen los aguaceros,
y terminar, terminarme, y terminarte.

sábado, febrero 15, 2014

Lloverá

Mañana, si acaso existe;
si existe tal vez, volveré.

Ya no seré el mismo, no;
otras ciudades lloverán
tras estos ojos cansados.

Otras serán las rosas,
y otros los jardines. Lloverá.
Es tarde para buscar abrigo.

Yo bebía de ti los sueños
cuando nacían a cántaros
al caer la tarde, entre los lirios.

Sospechas

Tengo sospechas
de todos los colores y tamaños
sospechas grandes, pequeñas y medianas
sospechas taciturnas
y sospechas de madrugas.

Sospechas de sospechas hechas
mal hechas, maltrechas y deshechas;
sospechas del día y de la noche
del nombre que me grita tu silencio
sospechas de la endecha que te llora;
y sospechas de las lenguas
la natural y las extranjeras

sospechas de esta lengua
que supo de saberme a mí mismo
y sospechas de la lengua que supo saber de ti
en sospechas de desconsuelos
y lágrimas de los desechos.

Tengo sospechas,
sospechas y más sospechas; y aún así,
luego de tantas sospechas,
tengo la certidumbre de que aún me quieres.

Saber caer



Saber caer
no es más que arrojarse sin miedo al vacío.
Probar en nuestra santa inocencia
que no teníamos alas; que no éramos ángeles
y que sabíamos los riesgos de maltratar las alas;
pero que, y sin embargo, igual saltamos.

Yo no sé que tan certeras son
las máximas del docto o del poeta,
solo sé que las caídas no son la muerte
y que la muerte... no es tan dramática ni oscura.

Solo sé que besar el polvo no es tan malo
que revolcarse en la tierra es algo sagrado
que morder a rabia la lluvia no es en vano
y que cultivar una rosa en el poema es verdadero.

Saber caer
desarmarse, desmembrarse y difuminarse
quizás tenga de suyo los silencios
prendidos al revés de los sentidos y las palabras.

Sentir que mis versos

Me gusta sentir
que mis versos son una alta torre
o una canción en llama;
que son una hoguera incesante
o una pasión latente en las venas.

Me gusta mucho que sean un suspiro en fuga
y un despertar todo mojado;
que sean un agigantarse al verte o pensarte
o tan solo al intuirte cerca, alegre y sonriente,
saltando entre mis rimas e incertidumbres.

Me gusta sentir que mis versos
son un músculo duro
que salta vivo, enérgico,
exultante, soberbio y vigoroso;
y que se abre paso
entre los blancos y el negro del fondo;
y que no tiemblen ante el silencio
rellenándolo de suspiros, gemidos y besos.

Bajo este cielo

Este verano promete lluvias
pero de esas que no mojan
de esas que traen ausencias
entreveradas entre las nubes.

Miro el cielo con gesto de sed
como esperando beber de él
la noche, el diluvio y el sueño
tendido sobre la hierba fresca.

Hoy tampoco lloverá, ya lo sé
solo me aguarda el desespero
el deshacerme bajo este cielo
insidioso por verme desierto.

El tiempo de las flores ya fue;
me queda afilar estas espinas
erguidas sobre la piel doliente
entre el recuerdo y las heridas.

Libertad

Libertad.
Ni el pájaro
ni el ala
ni la pluma.

Solo el vuelo
así sin más
y con todo.

Amar
a cielo limpio
o a nube por venir
a esplendor
despejado
o a tormenta
en desasosiego.

Libertad.
Hasta donde raje
-cuando raje-
o hasta anhelar
el abrazo
de la tierra
en caída libre.

No importa

¿Y qué importan, distancia y tiempo,
cuando el deseo es uno y las pieles se sienten?

No importa eso, realmente
cuando la noche llega
y hace estrago en las penumbras
por debajo de las sábanas, con los recuerdos
que se palpan casi presentes
y los besos son casi besos;
y las caricias que siempre mojan.

Las manos, las tuyas
las mías o las de la confusión
sacian toda esta ansia que trae consigo
esta maldita ausencia de ti.

No importa
realmente no importa, distancia y tiempo,
cuando hay dos que se sienten.

Debo dormir

Es tarde,
debo dormir
el sueño de los idiotas.

Me cansé
de agotar los verbos
en el fondo del vacío.

En mi jardín
de estrellas muertas
se ha congelado una flor.

El viento la batía
cual mariposa del silencio
en los campos mis noches.

El día amanecía
y yo como un Lazarillo
lo acompañaba hacia el ocaso.

He soñado demasiado,
es hora de dormir callado
entre mis sábanas vacías.

Divagaciones

No he entendido muy bien
si han sido tuyos los besos;
o si ha sido la brisa del alba
entrando por mis ventanas...

son besos posados en labios
o son labios sobre los besos.

.....................................................

Hoy no se me antoja el poema
ni el hilado de versos; menos tú
a desgano de agotarme siempre.

El desgano me dinamita el ánimo,
y me asalta desde cada rincón, de a ratos.

Algún día, aprenderé a descansar
cuando abandone el simulacro de las sábanas.

..........................................................................

Solo me gustan los colores que se pueden palpar
¿y a quién le puede importar tocar el cielo, si el arco iris
está debajo de tu cintura? De ti bebo esa amalgama.

.......................................................

Solos,
a mitad de la noche
de la noche nuestra
hemos de desangrar
el poema del silencio.

Escudriñando soles
buscándonos vivos
siguiendo los latidos
escasos tras el alba.

.............................................

Solo me queda sentir
esta sutil forma de ti
arrepentida de llegar,
cuando ya no la espero.

Viene montada al viento
sobre su capa descolorida,
trayendo de antiguos lares
perfumes de otros jardines.

viernes, febrero 14, 2014

Hoy no sé

Hoy no sé de qué lado de la soledad dormiré
o en qué pensamientos empezará el sueño;
si es acaso, acude a este cansancio de siglos
o si se quedará varado en algún antiguo dolor.

Hoy no sé de qué color vestirá esta ausencia
pero sé que su desnudez pura me escandaliza
y sus dientes afilados... y sus noches de ojos
o su lealtad de agujero, en el vientre del vacío.

Hoy no sé repensarme... lejano de aquellos días;
y las paredes te llaman; y los mosaicos partidos
y las huellas borrosas, en el detrás de las sábanas.
Todo, absolutamente todo, es noche que clama.

El camino de la metáfora

Pero... aún debo ejercitarme
en toda clase de imbecilidades.
Cargo con una sed mitológica,
salvaje como pocos, asesino.

Me he soñado corriendo furtivo,
entre los árboles del bosque azul
despedazando ilusiones infectas,
frente a la inocencia de los niños.

jueves, febrero 13, 2014

Esta tarde

Esta tarde te esperé

miré caravanas de sombras
perderse en las fauces de la noche.

Algo de mí
fue devorado con ellas

algo de mí escapó, en un suspiro
cuando creí sentir
tus pasos acercarse.

Algo le crujió a la noche
entre los dientes;
creo que fui yo, bien ya no recuerdo.

Por un tiempo

¿Por qué si era tan fácil
sentar mano en nido ardiente
el pájaro rosa tardó tanto en llegar?
A ti debía cada una de sus plumas;
a mí cada vez que le cogí del cielo.

Así fuimos felices, por un tiempo
y las sábanas lustraban jaulas;
y los días eran puerta abierta.

¿Qué pájaro podía cantar mejor,
si nosotros prestábamos las voces?

miércoles, febrero 12, 2014

Hasta ayer

No me ha sido necesario
besar las huellas de tu huida;
me ha bastado mirarme el costado
y ver un corazón desangrado.

Ni siquiera te lo has llevado
al hacer las maletas de los sentires,
como si todo lo vivido
no te hubiese servido como papel de embalaje.

Ni siquiera me has dejado un beso
posado en el lado oscuro,
donde hasta ayer has habitado.

Terrazas del sueño

No es que prescinda de mil lágrimas;
ni de andar por la vida en caída libre.
Es que me excede de sobremanera...
el aire que desgarra mi pecho y nada.

Es también, el cielo que me estrecha,
que me sale al vuelo muy por delante,
y que me invita al suelo de los olvidos;
más allá... de los causales necesarios.

Yo he caminado las sombras sediento.
He dejado, atrás, el peso del agravio
como quien deja muy atrás la herida...
del tiempo, del tirano o de la cruel vida.

He bebido hasta el desborde los días;
he recreado todas las constelaciones;
he probado del dulce deleite del amor;
y he representado todos los dramas.

Recostado en las terrazas del sueño...
me he dado en sostener el firmamento
hilando una a una todas mis fantasías,
sean estas en versos... o en silencios.

En mi barrio

En mi barrio hay un alud,
voces que aturden el día,
que provocan el desvarío,
entre las sobras de la luz.

En las paredes que gritan
se disecan los encuentros
entre el deseo y el sueño;
entre la vida y la ausencia.

Los pasos en las veredas
entierran entre baldosas
las súplicas de esta voz...
Mi tiempo se hace silencio.

La calle es río de cicatrices
y corre en paralelo al amor;
se me va alejando de noche,
como sombras al atardecer.

Lo dejé; lo dejaste

Por debajo de mi almohada
prendas blancas y besos rosa.
Un hilo de tu deshabille
ha bordando finamente mis antojos
en trama de negra lujuriosa,
en noches húmedas,
en púrpuras brazas.

Lo dejé; lo dejaste... olvidado
cuando el amanecer fundió las horas;
cuando ya todo había sido consumado.

Todas las lágrimas

No busques más donde fuimos,
es tarde. El último tren ha partido.
Lejos, en los hangares
han quedado besos fríos en un banco.
Tú habías dicho todo con la mirada;
el ruido secó todas las lágrimas
al estallar en tus mejillas aquel adiós.

Las hojas han caído,
son como un tul dorado, llegado el atardecer,
bajo las sombras de los pinos; allá
entre las lápidas lustrosas del cementerio.

Tiempo

Aún cuando crea (a fuerza de razón)
en la corrupción de la materia;

las sombras donde me refugiaba antaño
siguen siendo las mismas de ayer;
y la humedad misma; y lo mismo tus besos
siguen y seguirán siendo los mismos.

Sombras

No son las paredes;
son sus sombras los abismos.

Entre uno y otro... están;
echan y cavan oscuridades.

Yo te vi perderte entre ellas;
me vi alejarme, tras las mareas
cuando tiempo y distancia hacían mar.

He despertado

Qué difícil es escapar de las síntesis
al ahogarse en silencios y saber
que no habrá café por venir esta noche;
que el mate se enfría cuando no estás.

Y este insomnio que simula ser otra cosa
o este teclado que no me da paz,
cuando las sombras de la noche
son como versos perfectos para tu poema.

Sé y me sé, muy bien, que te extraño,
que esta no es, no ha sido ni será
mi más grande vergüenza. Eso lo sé muy bien.
Entonces, te extraño con más ganas.

Tal vez sean estos los versos que te debía;
los que no puede cuando el silencio
de frío ártico, me maniataba la voluntad.
Ahora lo veo todo más claro; he despertado.

Versos del hastío

Uno quiere volar, el otro
quiere ser solo el vuelvo.
Yo los he visto hundirse,
tras las plumas en llama.

El amanecer es una brisa
incendiando días sin alas,
como los dos que se aman
sin prisa por las mañanas.

Contradicciones

Yo no voy de titubeos
hasta tu noche perlada;
solo dejo caer las manos
donde un jardín de estrellas
brilla y se deja saber
como la ausencia
luego del adiós de los adioses.

Echabas a diluviar

Tus ojos se nublaban tras los cristales
como tomando por asalto unas nubes;
y en medio de nuestro concierto diurno
te echabas a diluviar como nunca antes.

A veces, nos contábamos sobrevivientes
luego de haber nadado hasta algún pico
cerca de los cielos, donde no había modo
de que echaras nuevamente a llorarnos.

En su mirada

Si lo pienso bien,
no teníamos en común
más que unas notas;
quizás una sonata,
medio concierto y las noches.

Yo vibraba en su mirada,
y todo lo demás se anulaba
quedaba todo en suspenso
hasta la próxima vez,
en que el viento nos convocara.

Aún hoy, el tiempo rompe
en una sinfonía
más allá de mis sentidos,
y tu nombre... me viene
desde los bordes del silencio.

Una mascota

Hay veces que te rozo con un verbo
y los días se alborotan en la cocina.

En realidad, yo solo quiero una mascota
que sepa lavar, planchar y hacer de comer;
que no pretenda
que la riegue diariamente

y que además,
me cuente en resumen las noticias,
filtrando sus lágrimas de sensibilidad.

Es cierto, quizás estoy viejo
y algo más que intolerante a los desencuentros.

La prefiero sin plumas,
pero que sepa volar cuando es preciso;
y si se anda en cuatro patas, que sea silenciosa;
pues no me gusta que le ladren a mi silencio.

En fin, yo solo quiero una mascota
que sepa lavar, planchar y hacer de comer.

Mujer agua

Entre mis manos,
su sonrisa era fresca verdad;

tan en vuelo directo, tan dulce,
tan alas y agua de manantial...
que la he bebido, felizmente,
posando mis labios
en los bordes de su fragilidad.

Yo me dejaba

Yo me dejaba arrastrar
hasta tu fuente primigenia,
jugando y chapoteando,
cual niño frente al sueño.

Tú me esperabas fecunda
y ornamentada de promesas,
de esas que no van con palabras;

donde entre dos se conjuga mejor
el verbo de los verbos, el primero.

Yo te buscaba, vestido de aliento,
entre el sutil suspiro,
padre de nuestros gemidos,
y las siluetas de mis deseos.

El beso; las yemas de los dedos;
las miradas más allá de las mismas,
eran un juego completo de llaves
para la fortaleza de los placeres.

Musas

Tres son las musas
que llevan al éxtasis;
la Poesía, la Pasión,
y en secreto la Lujuria.

Llegan mojando siempre
la pluma que escribe
ardiente entre versos,
los delirios de los poetas.

Tres son las musas
amigas que bien se saben,
desde los tiempos de Safo,
en Lesbos y sus jardines.

Yo las conozco bien,
hasta lo más recóndito;
entre la embriaguez,
la piel, el tacto y los besos.

Tres son las musas;
ellas me saben muy bien.
Una es mi reina y señora,
las otras dos sus cortesanas.

Juntos hemos quemado
la savia de los extravíos;
y juntos hemos andado
por los caminos más solitarios.

Alfombras de besos

Te llevo atornillada a manos cerradas
a sueños que me despiertan a la nada
a esta ausencia nacida tras el espasmo
de las caricias venidas de mi nostalgia.

Te llevo y te traigo conmigo a sobresalto
en el recuerdo de mis carnes marchitas
en el reflejo oscuro de las flores malditas
en la navidad de mis angustias primeras.

Te llevo colgada a una mirada de siglos
a toneladas de noches vacías, desnudas
en las que tus ojos encendían antorchas
para caminar juntos, senderos y deseos.

Me queda aún

Me queda aún
la capacidad de errar
una infinidad de veces
y algunas otras más todavía
llegando incluso
a la certeza nociva y contradictoria
de un siempre "quizás"
o la de un "tal vez"
pasando por un "no sé"
perdiéndome para encontrarme
en un simple "te quiero"
o bien en un "te amo"

sintiendo que la vida es una y vale
que la oscuridad vale
en su necesidad de luz
y que la sangre que se me alborota
tiene olor, color y sabor...
como todo... y como todo
exhala a borbotones la existencia.

Me da igual

Hay algo que no me queda muy claro;
bien no sé si amanece o me amanece.
Cualquiera sea la conclusión, despierto
enciendo un cigarrillo, y nada más eso.

Soy de vicios imperativos;
preguntar y preguntarme,
como si tales cosas valieran.

En fin, soy solo un interrogarme en sí.
Respuestas con fecha de caducidad...
Amanece o me amanece; me da igual.

En tus bordes

En tus bordes, las huellas;
leves muecas de perlado gusto,
que hacen a las veces, tus encantos
y los míos propios.

En un gesto de exceso
nuestras miradas trascendían el momento

todo quedaba anulado, en suspenso,
y casi más allá de nuestros cuerpos.
Tu sonrisa revivía hasta mis muertos.

Este más acá

Siento este más acá,
beso en brisa fresca
llegando desde lejos
en aroma de anhelos.

Entonces, fue la paz.
Suave llovizna de sal
mojando nuestro sol
luego de la tempestad.

Éramos tan dos

Éramos tan dos
que el número se nos hizo mezquino.
Entonces, abrimos los cielos
y dejamos en libertad a todos los ángeles;
y nos pronunciamos solidarios con la luz;
y reivindicamos los besos y los abrazos
nacidos bajo el signo de la oscuridad.

Éramos tan dos
y tan prestos a extraviarnos en la multitud;
tan de volvernos uno con los otros
y estrecharnos en el más tierno de los abrazos,
que las flores nos brindaron sus alas
y los pájaros su vuelo.

Éramos tan dos
y tan urgentes de trascender el número par,
que uno y otro nos hicimos a los vientos
y llegamos a todas partes
y besamos todos los puertos.
Dinamitábamos los cimientos
de nuestras propias fronteras
y nos fundíamos en el barro de nuestros deseos.
Nunca más volvimos a ser dos; solo nos quedó
la fiebre de los recuerdos.

Víspera

No era ámbar
la mirada;
era la luna
como no la hemos
de habitar nunca.

Y la presencia
era otra;
y los besos
las sonrisas
cuando nos amanecía.

No eran ámbar
las miradas,
ni siquiera
lo era la luna;
era tal vez, no lo sé,
esa miel derramada
en la víspera
de lo anhelado.

Imposibles

A veces, las cosas que nos resultan
más difíciles de tolerar
se nos adormecen
en las carnes del alma
hasta casi desaparecer por completo.

Algunos le llaman tiempo;
yo prefiero llamarle imposible, simplemente.

Los pájaros

¿Qué me puede importar
luego del huracán de tu presencia?

Nada ha sido lo mismo que ayer
desde que he cerrado las puertas;
ya ni las ventanas quieren besar
los pájaros de plumaje imposible.

Tu vuelo no era de un azul marítimo
era más bien, de un cielo encendido
sofocado en llamas, como tu nombre.

Pero todo eso ya no importa,
lo que ha sido, es y será, siempre.

No importa dónde

Se camina; no importa dónde,
solo se camina como desesperados
como ánimas en pena.

Practicamos hábilmente
retóricas del no decir nada;
o del decir, dando por sentado
que todo está más que claro

nos hacemos al vicio del silencio
a callar hasta lo imprescindible;
y maquillamos nuestra necesidad
con la necedad de la soberbia
o con las sonrisas vacías.

Caminamos; se camina,
no importa bien dónde...

en la senda se perderá todo;
y un día, tal vez, al cabo de los días,
por no mirar atrás al avanzar
caeremos a ojos abiertos
en la fosa común del olvido.

Mi corazón

Mi corazón es una piedra
que han arrojado lejos.

Tal vez fue a parar a un río
quizás se hundió en el mar.

Lo cierto es que esa piedra
aún latía próxima a su mano.

Hay un cielo

Hay un cielo
que se derrite dentro de mí
lágrimas que no llegan
a ser canción de las lluvias,
que no mojan, solo empalidecen.

Hay un cielo privado del azul
del vuelo puro, sin alas.
Es la aflicción de un corazón
cansado de andar a tientas.

Hay un cielo, y otro no,
solo huellas en el viento.

Lo veo, me veo

Veo a mi niño tan pequeño, tan inocente
tan juguetón; y me veo reír, jugar y llorar.

Lo veo... y veo al otro, el que no fui;
el que siendo el que es, se me asemeja
parecido, similar, siendo felizmente otro.

Lo veo... y lo veo jugar, caer y llorar;
y viéndolo a él... me veo tantas veces

nos veo tan a menudo, en nosotros mismos;
jugar, reír, caer y llorar.

Lo veo... y veo a ese otro que ya no soy
pero que aún seguimos siendo en el fondo;
y me veo, y me siento, llover hacia adentro
jugando, riendo, cayendo y llorando; me veo.

Inmortales, inmutables

Transito por un jardín
de mujeres inmutables;
las miro como a tales
y promuevo el estallido.

Inmutables, inmortales
madres de las montañas
gigantes en sus sonrisas
abren sus alas a la calma.

Alguien llamó padecimiento
a este estado de oscuridad
que abriga sus sentimientos
al agitar de un triste cincel.

No eran estas sino las otras
las que narran todo el dolor
con cierto eco de cicatrices
a las sombras de las rosas.

Me hubiese gustado

Cómo me hubiese gustado ser tu respaldo, sí;
en aquellas horas agónicas de tus tormentos...
y acompañarte, a pesar de esta puta distancia,
y no verte más morder el polvo de tu extravío.

Me hubiese gustado disipar de ti las negras nubes
y dar color de primavera a tu jardín de encantos,
cuando aún era posible, y nos queríamos todavía.
Todo ha sido en vano ¡la lluvia nos ha arrasado!

Silencios rotos

Estoy a un cielo más quebrado de mi nombre
tengo ese raro sentimiento de la antigua duda
cavando en lo profundo de todos mis poemas
como si tu risa hubiese sofocado mis ensueños.

Tengo este raro tartamudeo de silencios rotos
dando de a piquetes en el blanco de mis hojas
o en las llagas de melancolías ardientes de ojos,
saltando al abismo vacuo, de todos los olvidos.

El viento

El viento ha traído un beso;
lo dejó posar en mis labios
cuando aún era de noche,
y los pájaros ya cantaban.

Llegó e hizo en mí su nido;
dejándonos flotar a contraluz.

No siempre

No siempre que he rasguñado algún silencio...
he sacado en limpio algo más que mis versos;
alguna vez, de tanto nombrarte en palabras
he definido tus formas, en el revés del poema.

Íntimo a discreción

Íntimo a discreción, me persigo
y me concibo a cada instante
como una mera sombra del yo
a punto de caer en el silencio,
mordiendo sin pausa un verbo.

Mutilaciones

1
Alguien me ha sabido mutilado
Mutilado
De una voz sangrienta y sucia
De unas palabras inconclusas y dolientes
Pedacitos de recuerdos entumecidos
Atados al revés de ciertos sonidos
De ciertos silencios fríos y repensados
Se me ha visto mutilado e indecente
Caprichosamente descuidado de lo urgente
Y lo necesario
Yo he dicho que no se me diga
Que se me mutile de todo labio amado
Que cada miembro olvide en mí
Su complemento
Su integridad y fortaleza.

2
Adiós, profundo y siniestro dolor...
Y aún no termino de revolcarme
Cuándo, solitario, me descubro
¡Oh insolente de mí y morboso yo!
Egoísta en mi crueldad y cínico:
“Lo siento” –palabras que me maduran.
He sido un golpe de oscuridad,
Indigno ante la realeza de ese tú
Que, cauto y silencioso siempre,
Supo decirme: no. Lo sé y lo siento.
Adiós, última y discreta declaración.

3
Decir que estás ahí, no me sirve –lo intuyo;
Nunca pude poseer de ti
Más que un sólo fragmento que hoy
Se pierde en la densidad de mi memoria:
¿Memoria o lenguaje?
Pero ¿de qué me valen las imágenes y las palabras,
Cuando hoy en nada puede distinguirse
De aquel otro día antes en que te tuve?
-¿te tuve?-
Algo de esto pasó muchas veces,
Pero, esta vez,
Quisiéramos no saberlo.
Algo de esto me duele, pero no importa; mi dolor
Se queda conmigo –por un rato más o mayor-
Y no va
En palabras ni gestos con mi lector.

La poesía

¿Qué es la poesía, sino versos
que no alcanzan jamás nunca
esplendor de sufrimiento?

Quizás sea un callejón
proyectándose en abismos de interrogantes,
o tan solo sea un andar errante,
tras venir de malas ganas,
pateando las sombras de una suerte
cada vez más lejana.

Desvelos rotos

Arropada,
poco más que con un verbo,
venías a cada instante a verme.

Yo bien recuerdo tus besos
acunando las flores en mis poemas
como si el días te hiciera de sueños.

Yo te busqué...
en mis latidos y en el tic tac
de un péndulo oxidado
por tantos desvelos rotos.

Nuestros latidos

Tendida
en alfombras de besos
mis pasos
eran huellas encendidas
de silencios concedidos al tiempo
o al quiebre de horas ausentes
o a los cánticos armónicos
de nuestros latidos.

Como cristales

Hay flores
con pétalos de cristal;
yo las he visto caer
del cielo en forma de lluvia.

Hay lágrimas
con forma de flor;
yo las he sentido
germinando en mis ojos.

Hay verbos
que saben a vos;
los he dejado
crecer en mi pecho.

Hay besos y besos
floreciendo en mi voz,
quebrados como cristales
hundidos en mi corazón.

Ya ni sé

Ya ni sé
para qué te escribo
si he cerrado todas mis puertas,
para que solo entre tu ausencia.

Yo te escribía
y tendía puentes de letras
para pasar al otro lado
de la brava cordillera.

Pero
nos aconteció un terremoto;
nada quedó en pie,
dejando solo promesas rotas.

Solo nos queda surcir fronteras
abiertas entre dos abismos.
El tuyo cerca del mar;
el mío al lado de las montañas.

Tras sus ojos

Solo me queda adivinar
el secreto tras sus ojos;
sea cuando amanezca,
o bien cuando se vaya.

Pero
ella no sabe irse, después del adiós.

Se queda amarrada
en el revés de mis versos
a riesgo de quedar para siempre
sostenida a una lágrima escrita.

Ella no quiere irse, después del adiós.

Al quedarse siendo poema
canta, grita y llora silencios.
Yo le sé por debajo de mí,
donde su verbo me quema.

Lágrimas rojas

Él dijo: -Prometo hacerte sufrir solo un poquito;
el resto... es el tiempo entre tu felicidad y la mía.
Ella calló y bajo la cabeza
como si el tiempo fuera una lluvia de piedras.

Sabía muy dentro suyo que el tiempo venidero
era solo un dolor de mutilaciones quirúrgicas
y que el verdadero padecimiento
era solo un reloj estropeado parecido al infierno.

Yo vi crecer entre auroras
un jardín de lágrimas rojas.
El tiempo ya no era tiempo;
y el dolor era un surco vacío
profundo como sus penas...

Los espejos eran una sucesión de golpes secos
maquillando los artificios de una retórica muerta.
Él decía un "te quiero"; ella callaba un "me muero".

A flor de piel

Como misterio a flor de piel
o en mano cual pájaro rosa
abría sus dones y encantos
a lluvias que sobre sí varaban.

Era el amor y sus artificios
el rayo de luz que la colmaban
desde las puntas de sus cabellos,

tiernas cascadas de aromas
y perfumes de otros mundos,
hasta el horizonte de mis deseos.

Su cuerpo me buscaba,
en su desnudez,
para vestir de gala a mis besos.

Jardines de estrellas

Yo he visto crecer el día
en mis jardines de estrellas;
y lo veo hacerse divino
al abrigo de sus gestos.

No es que esté maravillado;
lo he visto también
iluminarse aunque nublado.

Creo que uno ve y siente
más acá del oriente y su norte.

Bien deberías saber

Bien deberías saber que te quiero
cuando mis labios diluvian a besos
y el firmamento de tu mirada
se puebla todo de dulces silencios

yo sé que te quiero al besar tus manos
pero también, al absorber tus sombras,
como lo hace un sediento en los desiertos;
y tu nombre me sabe a sol
y tu cintura me sabe a cielo

tus senos...
tus senos me saben a gusto y disgusto
y los excesos no son sino un padecer
y este amor una muerte que no curar.

Tras de tu sombra

Bien no sé qué ha sido
de las paredes que hasta ayer
abrigaron nuestras sombras,
hoy que todo es manchas
y mohos de noches pasadas.

Las paredes se han ido...
las puertas, las ventanas
todo... tras de tu sombra.

Solo queda un faro encendido
en la calle donde nos quisimos.

Tras tus huellas

Tras tus huellas
un círculo desbordado
de sonrisas y miradas
hacen de mis horas
un recordarte en pleno vuelo.

Es cierto, yo te quería.
Pero, ¿cómo no hacerlo,
si tu presencia se llevó todo?

Algo ha quedado,
pero solo es una carcasa
atada al paso del tiempo.

Relojes

A mí se me descompone
el tiempo a ratos
lo tengo que andar rearmando
como pueda

le voy ajustando de a poco
las agujas de hielo
cuando sus engranajes de polvo
me vienen a cubrir la memoria.

Mi suerte es esa sombra
que marca el trascurrir de las horas;
a veces marca mis días
a veces la de los otros.

El Oficio del Silencio


En este oficio del silencio, no todo ha sido ganar;
he perdido la cicatriz bajo la costra de la felicidad
y he venido nuevamente al mundo a tropezar...
Escribo y me escribo, buscando mi antigua voz.

Escribo y te reescribo... Te busco en cada revés,
en cada retazo de amanecer con aroma de ayer,
y en el canto de pájaros vestidos de mar y cielo.
Sé que he perdido... la he perdido a ella también.

De este oficio del silencio solo me quedan palabras
huecos donde verter... lo que me voy recreando.
Yo me he jugado, y perder se me hizo costumbre,
gastando de mi flor primera, el rastro de mi estrella.

Caja hueca


A veces,
quisiera silenciar esta caja hueca;
y tirar sus piedrecitas a la mierda
por simular unos latidos...
A veces,
y otras tantas veces también.

Cosmogonía


Tú abrías delicadamente las manos
y dejabas caer el mundo a tus pies;
así vi nacer la noche de tus cabellos
y los amaneceres... de tus orgasmos.

Sobre tu vientre, el universo caótico
gira y conforma maquinarias celestes.
Nada está libre de un estallido estelar;
ni tus mil gestos, ni tu forma de amar.

Metrópolis


Nuevamente la noche;
los pájaros callan
y guardan en su silencio
nuestros dolores diarios.

Hasta el amanecer
deberán contener el canto
que en nosotros es grito.
Dan así, paso al nuevo día.

Me sigo quedando


Trato de mirar
-concentrado-
hacia otro cielo

y te cabo hondo
hasta lo inasible
o hasta callar
un basta demorado

y me entierro hombre
y me planto futuro
me disemino explosivo
y te dejo a un costado.

La verdad, no entiendo;
ha pasado tantas veces
que al final, me rehago
y me esfumo cigarrillo.

Me vuelvo hacia tus ojos
como hacia puertos
inalcanzables...

te navego, me naufrago
y me sigo quedando
como hasta ayer
exhausto, sin abrigo y solo.

Me asumo


Replegadas sobre sí
las palabras no sanan
es más, sólo sangran
a fuerza de silencios.

Retraído en torno a sí
todo nudo final de historia
adolece de una acción
singular o similar al adiós.

Esto no es una locura;
mi espíritu ya ha realizado
todas las proezas del amor.
Estoy listo para retirarme.

Aún así, puedo enunciarme
siendo la catástrofe de sí
variando número y persona
en el verbo que me conforma.

Esto en lo que me asumo
es lo más legítimo del poema
y es la parte más sensible
desde donde me toca pelearla.

Poética mínima o minimal


¿El tiempo implica movimiento, o viceversa?
Así pues, la sucesión: uno; dos; tres; cuatro;
no es lo mismo que el poema inmutable en sí
que un cuento o una novela que transcurren
inevitablemente según propia de su naturaleza.

El poema es como una fotografía instantánea
no exenta, eso sí, de un dinamismo afectivo...
Ejemplo: "Tu imagen desplegó en mi memoria
el suave verso escrito al besarme aquella tarde."
Queda así, algo que la narrativa hubiera evitado.

Esto es lo raro


Raro es abrir la heladera buscando aliento
y encontrarme un beso tuyo, congelado
con fecha de vencimiento, tres años antes al hoy.

Raro es notarme una cana nueva
al lado de la última que me descubriste
y ver que esa línea de gesto en mi frente
se ahonda cada vez más desde que no estás.

Raro que el día me sorprenda dando manos
en el sitio vacío que se ha creado entre mis brazos
y no dar más que con una silueta que se escapa
al amanecer, entre mis sábanas y la ventana.

Raro, muy raro, es tener que levantarme
sin el debido sigilo para no despertar ausencias
que desde hace tiempo me clavan tu nombre
y ando buscando entre versos aquellas letras.

Raro, tan raro, como es mirarte hoy en día
y no poder ni siquiera tocarte con la mirada
pues tu piel me grita, en voz alta, tu rechazo
de tanto y tanto que antes se ahogó en llamarme.

Mientras


Yo no le busco la quinta pata al gato,
pero he dado con el amor
en una feria salvaje de suicidas.

Ella contaminaba el vuelo de una bala
con tan solo dejar caer su mirada.
Ese era su motor de insania contagioso.

Un click no hacía la diferencia
entre un antes y un después.
Sus ríos crecían y corrían
hacia el norte de los extravíos.

Dos balas cantaban el final de la noche
y las coplas nos iban susurrando las horas.
Ella tenía en sí
la capacidad antojadiza del nuevo amanecer.

Mientras, en la sala principal de los delirios,
sonaba a estridencias la locura de Wagner;
y los techos, las arañas y manteles se fundían.

¡Al fin el mediodía! solo se esperaba
al fondo del corredor,
el crujir de la puerta al abrirse.

Tal vez necesita


Tal vez necesita
poco más que unos versos
que un poema mal acabado;
tal vez me pide un beso
solo como comienzo
de agotada lista de peticiones.

Tal vez, tal vez. No lo sé,
pero lo sospecho, como se sospecha
la redondez del plato lunar
sin siquiera despegar un pie del suelo.

Tal vez, tal vez. ¿Quién lo sabe?
Yo la veo muy calma y austera,
pero quizás quiera hasta el cielo.

No lo sé. No lo sé. Pero lo sospecho;
lo sospecho y me desvelo.

Aturdiendo viernes


Viernes presagio de desastre
o renovación de la esperanza.
Viernes que te estimo viernes
que seas luz o mejor destello.

Que te abras en surco hondo
donde ir nos lleva el viento
a enterrar profundas penas
de viernes frío, entre las flores.

Si te quise voz de mi futuro
para abrigar duros inviernos
ahí te espero, en tu agujero
en tus sombras quema soles

aturdiendo viernes que no llegan
a tropel... y golpeando puertas.
Ya sabrán de callarnos noches
cuando la soledad nos acose.

Hasta aquí

Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...