Yo no voy de titubeos
hasta tu noche perlada;
solo dejo caer las manos
donde un jardín de estrellas
brilla y se deja saber
como la ausencia
luego del adiós de los adioses.
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Hasta aquí
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No hay nada más peligroso que un jardín de estrellas, todos nos quedamos en la intemperie después de abrazarlo.
ResponderEliminarPrecioso poema!
Muchas gracias, estimada Malena. Un gusto leer tus palabras.
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