no
sé
de traducir
este dolor
tan agudo
tan de clavos oxidados
de puñal desafilado
de desgarro a carne viva
de rasguños herrumbrados.
Yo no lo sé, pero me duele hasta el alma.
Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...
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