sábado, agosto 30, 2014

AL GUSANO EN MÍ



En ojal del vacío, dejo tu sonrisa colgada
por si se me ocurre buscarla, alguna vez.
Vez de esas que no doy con paradero fijo
y me doy nuevamente con tus recuerdos.

Camino; y camino sin buscar un horizonte
ni nada que me provoque las ganas de ser.
Ya he superado los estigmas del que cree,
como si creer fuera una fuerte de propulsión.

A veces, cuando la tarde cae en el sueño,
adivino tu mirada escrutando en mis errores,
y siento, ¡oh, pobre de mí!, como si aún
te importasen las llagas de tantas heridas.

martes, agosto 12, 2014

Se me ha podrido la espera

Porque se me ha podrido la espera,
hoy salgo a buscarla hasta dar con ella,
sea dónde sea que se encuentre,
o la encuentre, ya sea que esté indispuesta.
Pues se me han derretido las agujas del reloj
y la bienaventurada soledad
ha dinamitado todas las posibles estaciones.
Hoy, me declaro nuevamente andando,
bajo este cielo roto de bombas que caen;
y la amenaza se me hace más latente,
de hallarme tristemente final, y sin regreso.

A olvidar y callar

Magisterio, el de las noches
dejar en la oscuridad
rastros de nombres, en silencio,
y proclamar el brillo prestado de alguna
que ha recibido más de un millar de halagos
a cambio de iluminar ciertos caminos
para otros que ni la amaban.
Esto es lo aprendido, a olvidar y callar.
Yo la he amado, sabiendo que no es debido.

Ciertamente

Al mal paso voy enfrentando
el paso definitivo
porque es menester afrontar
el latigazo del ser y el estar
sin otra consciencia
que la de haberte querido tanto
que hasta la piel se me ha desgajado
en esto de la amarga espera.
Así es; ciertamente, tu vientre
danzaba en el oleaje de mis deseos
y, de vez en cuando, la soledad
venía tras de ti, cuando tu ausencia.

Sus ojos me hablan

Sus ojos me hablan en un idioma
que no puedo traducir en palabras;
pero, me gustaría dijeran mi nombre,
así como yo callo el suyo en mis versos.

En plena crisis

Incapaz de distinguir
cielo por nubes
tragó todo lo que debió guardar
para sí
en plena crisis mundial
de los besos sin labios.

Speculum 4

Detrás de su sonrisa impresa
en el cristal de mi necesidad
no verle hoy, es como el no ser
y la muerte es solo una palabra.
Detrás, siempre detrás, usted
dando con todas mis excusas
me devuelve su sonrisa astral
con esa palidez de la ausencia.

Vicios

No sé si sea uno
quien se vuelve un correlato
de sus propios vicios
o si son ellos
quienes van hilando la trama
de mates, cigarrillos y vino
de mañanas, tardes y noches
en la supresión de nosotros mismos.
No; no lo sé, de verdad.

Speculum 5

Puedo abrir con mis besos
-y tengo todas las llaves-
la bóveda celeste y arrebatar
sus ojos para mis pasos
para mirar y mirarme en su mirada
y embriagarme en su dulce canto
junto a las sirenas de la mar.
Puedo, así como ella también quiere,
naufragar en los océanos de su amor
y descansar sobre su vientre de estrellas.

Una voz se apagó

Una voz se apagó en el horizonte,
y entonces,
ni el firmamento volvió a ser el mismo
ni lo fue ya siquiera el silencio.

Sortilegios II

Como sé que aún debo ejercitarme
en toda clase de imbecilidades,
cargo con toda una sed mitológica
de salvajes bestias y de asesinos.
Pero, también me he soñado
corriendo furtivo tras los bostezos de luz
entre los árboles de un bosque aguerrido
despedazando ilusiones infectas
frente a las lágrimas de millares de niños.

Sortilegios I

Para verla sangrar estrellas
Me ha sido suficiente la noche
Y entonces, he corrido tras los ríos
Para atestiguar en los vientos
La corriente que me lleva a su herida.
Lejos de esta ciudad iracunda
Entre las ramas de copas que lloran
Los pájaros también se derraman
En cantos venidos desde la nada.

A fuerza de tachones

Tengo un cuaderno que se expresa
a fuerza de tachones,
y no van con versos fijos,
de esos que bien se dicen, cuando no dicen.
Disuena. Disuena como nadie
o como nunca mejor nadie.
Mi cuaderno de tachones azul poético
y de pocos versos - más pocos que casi nada-
no dicen, descubren, develan mis silencios
y me dejan desnudo a golpes de luz
entre escombros y sutilezas, robadas a la luna.
Son tachones que no callan, vociferan;
ahuyentan todo lo que no se lleva el viento
y me dejan varado, donde la noche
se hace con las sombras y las embaraza
de hijos que luego van a nacer entre palabras.

Versos perdidos I

Lo bonito... no era solo su mirada;
sino el sol naciente de sus ojos.
Ella no llegaba, solo despertaba
y el día se rehacía, de extremo a extremo.

Versos perdidos II

Lo bonito... no era solo su mirada;
sino el sol naciente de sus ojos.
Ella no llegaba, solo despertaba
y el día se rehacía, de extremo a extremo.

Versos perdidos III

Solo porque muerdo y ladro,
y a discreción,
dicen que merezco ser llamado:
perro loco, azul, verde o morado,

y que eso puede variar,
según la intención
y dependiendo de la profundidad
y de las ganas que ponga en el desgarro.

.

de VERSOS PERDIDOS, MAGIA ENCONTRADA

Multitud - otra versión

Soñarte, aún en medio de la multitud,
ha sido sembrar pesadillas en la soledad;
y como cuidar de una estrella en un jardín,
en el gozne de las madrugadas y la nueva luz.
Ha sido también, un desandarse
en absurdos de historias primeras,
donde no hubo génesis ni habrá revolución,
y donde lo más oscuro de nuestros pasos
se juega en un debate con sombras ciegas
las fronteras de una tierra sin amor.

Interno 35

Al igual que ciertos vicios psicodélicos
ahí, donde lo basto se limita por las palabras
la poesía será... Y entonces,
millones de girasoles mecánicos
vertidos del revés,
fecundarán nubes de azules penetrantes
y en la tierra, correrán ríos de alucinaciones
como esos galopes que nos suenan de noche,
en medio del silencio y los momentos de espera.

Silencios maduros

Llueven sorderas de antaño, ácidas,
como sutiles marcas de quemaduras;
mientras, la bendita prole de los años
acelera el crecimiento del olvido
para hacer temblar, desde las sombras,
el legado frívolo de las miradas. Ellos,
esos otros que fueron, ya no se hablan
sino con excusas de silencios maduros.

La sangre corre

Donde las nubes hacen agua,
por esos tajos,
mi pasado se desangra
a chorros de recuerdos.
Claro, usted debió creer que la sangre
era ese efecto del reflejo
de la luna en el río,
cuando al sol, por sus designios,
se le da por teñirla de mujer. Pero no,
la sangre corre y no es la luz,
ni los sentidos
ni la esencia viva de los cuerpos ausentes,
en el fondo silencioso del mar.

Eres el alba

Hija de todas mis noches, eres el alba;
llegas cortando el desvelo sutil
con tu mirada
e iluminando la totalidad de mis deseos,
cuando mi piel toda
te nombra su dueña.
Eres la cifra que susurra el resplandor
y la cálida brisa que corre extasiada,
entre las venas que explotan,
antes, durante y después de los tiempos.

Silencios mutuos

Nunca hubo lluvia
que no inundara su mirada,
ni cuarto deshabilitado
por la desesperanza.
Así la conocí...
con sus párpados de lágrimas
y su voz de venir
de andar ahondando los infiernos.
Sus palabras
empapelaban de blanco a las mías,
cuando asistíamos
al festín de los silencios mutuos,
con un verbo de sangre
flotando en el espacio. Ella...
afilaba su sonrisa de navajas
en el péndulo pétreo de mis ansias.

Mi epicentro es tu voz

Mi epicentro es tu voz,
oculta bajo una lluvia del verano;
y, aunque no siempre moja, aturde.
Es mirada que rompe entre palabras;
y es la que me sabe, a cada paso,
en la intuición de un nuevo desvelo.
Mi epicentro, en fin, es tu voz
quebrado por tanto silencio.

Párpados vacíos

Tengo los párpados vacíos
de tanto saciarme la mirada.

Tu boca no es el beso

Tu boca no es el beso; pero tú
eres esa paloma de vuelo herido.
Yo te conocí por el rastro de sangre
que dejaron en el cielo tus amantes,
al intentar seguirte con las miradas.
Tu boca no es el beso; pero tu sed
es todo este cielo vestido de océano,
y el naufragio de mi propio diluvio.

Veinte mil lenguas

Veinte mil lenguas
de viajes subcutáneos,
y encontrarte acá
al alcance de la mirada.

La poesía caerá

La poesía caerá por su propio peso;
o será muy otra cosa,
como para gravitar
entre las altas nubes del cielo.

Los relojes

Los relojes
no cuantifican el tiempo;
cualifican a los idiotas
que ve pasar sus días por ellos.

Desapariciones

De a poco, el olvido echa raíces en mí
y en todo aquello que, alguna vez,
pudo representar, sin ir más allá
de las palabras, y luego desaparecer.
De a poco, todo cuanto nos importó
queda reducido a nada; y ya ni el nosotros,
que alguna vez fue algo,
solo será, a partir de ahora, sombra y nada.

Acostado

Acostado y sin poder dormir,
uno parece un raro juego de sábanas
con vida y sentimientos propios.

Ahora que te vas

Ahora que te vas,
me queda tanto por conocer del olvido,
que he reservado
el muro más blanco de mi memoria
para colgarte como diploma.

Indiferente a todo

Me amanece más nublado
y menos pensado que ayer
sigo mordiendo tu ausencia
indiferente a todo... y de mí.

Que alguien explique

Hice de ti la conjugación universal
del verbo amar, mientras el mundo
se desarmaba... en cruenta muerte.
De ti tomé las cifras para dar en mí
con la clave toda de tus nombres,
cuando las tardes caían en la noche.
Aquí estoy, tratando aún de justificar
las sombras lobas de esta guerra,
en tanto que la sonrisa de un niño
se parte en lágrimas contra la tierra.
Que alguien explique, ¿cómo ha sido
todo esto posible, señor? ¡Por favor!

Amar como la llama

Yo solo sé amar
como la llama ama al leño;
no te me acerques
si no estás dispuesta a arder.
Te lo digo, con la sinceridad
que solo es capaz el incendio.
No seas ingenua, mujer,
que de mis quemaduras
no curaras, ni con la gracia
de los próximos diluvios.

Tus sombras

Y aunque tus sombras sean profundas
y dejen en mí solo rastros de oscuridad,
he de buscarte en la noche de la noche,
y en la sonrisa dentada de la muerte loba;
en la calvicie de esta luna vil y sangrienta,
y en el costado frío y silente de la ausencia.

Mis silencios

Mucho no importa...
Muero de mis silencios;
de esos desgarros
de palabras ausentes...
de esas palabras
que se mueren en los labios;
y que yacen
como cadáveres de mal aliento.
Mucho no importa, lo sé;
palabras que me ahuecan.

Me dolerá

El olvido de tu amor me dolerá
lo mismo que a ti la espina
que llevas clavada hondamente,
precio debido por mi traición.
Pero así seguiremos, mi amiga,
donde los días y las noches
caen en la sucesión inevitable
y la oscuridad, que todo lo tiñe,
borra de un plumazo los detalles.

En síntesis

En síntesis,
nos dejamos
para encontrarnos.

Soy una mutilación

Hay cuerpos que sobreviven
a toda clase de mutilaciones;
mas yo... soy una mutilación
que sobrevive a este cuerpo.

Abrazos ceñidos - Otra versión

Nos quedan los abrazos ceñidos
a un costado de todo anhelo
de esos que casi y que por poco no se sienten
en el desborde de la ausencia.

Ojal cerrado
en el hueco negado de la existencia.
Nada por ver. Solo unos pasos en rodeo
contorneando el filo del vacío que queda
tras venir de perdernos
tras las mutilaciones: dos son las manos
uno el abrazo y otros los labios.

Las caricias y sonrisas...
donde otros son los besos.

¿Y por qué no abrir
una herida de muerte al silencio
con uno de esos gemidos,
que bien sabemos los dos?

¡Ah, sería tan bello ver a las noches
sangrando y mordiéndose de la envidia!;
y ver, además, sus lágrimas...
empapando nuestras sábanas todas
rendidas después del amor.

Colores

Solo me gustan los colores
que se pueden palpar. Del resto,
¿a quién le puede importar
tocar el cielo, si para mí el arco iris
está debajo de tu cintura?
De ti bebo la amalgama
que da tinte de vida a la escena.

De los desamores

De pronto, uno despierta al día
de los desgarros todos del alma
e intenta reunirse en sus partes
sobreviviente de las mutilaciones.

De repente, el nombre desaparece
y la promesa rompe en fragmentos.

"Era de esperar"-a lo lejos
susurra una voz socarrona;
y el cielo pierde sus colores
y el sol lacera con sus rayos.

¡Cuántas mitades buscándose
se agitan en los valles del desamor!

Pronto, nos damos en ser
un hervidero de preguntas;
de respuestas quebradas
que no llegan nunca
de solicitudes olvidadas
por alguien que también
se desarma en preguntas.

Así estamos, enterrados, solos,
en las ruinas de la indiferencia.

La gente se muere

La gente se muere, y aún así,
no se deja de fabricar proyectiles.
¡Vaya mundo, en el que vivimos!
Yo la miraba desde lejos, y moría; ella
me miraba desde cerca, y me mataba.
Igual, se dice que entre los ciegos,
el daño está más que asegurado.

Hasta aquí

Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...