Ya no estás

Llueve, hace frío
y ya no estás. Y la verdad,
aun no entiendo
los beneficios de tu partida.

A veces me da por exagerar
y lloro a moco tendido;
a veces ni para eso me da
y me echo a reír como un condenado.

No sé si es que estoy loco
o si en verdad ya lo he superado.

Pero te pienso;
aún acompañas mis horas
cuando las ganas sacan ventaja
del vacío que ya no te toca.

Entonces,
aprieto mis manos
y le hago justicia,
a tu nombre,
en la hoguera
que enciende mis venas.

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