Emprendedores
He llegado a una conclusión, no acabada del todo, de que usted y yo podríamos ser muy buenos socios en más de un negocio. Podríamos empezar por las apuestas; es una buena manera de ponernos a prueba, a ver hasta dónde llegamos y cuánto de confianza depositamos el uno en el otro.
Claro que existe la posibilidad de perder; yo empezaría por unos besos, por los de menor cuantía, y de ahí en adelante ir agregando ceros a cada nominación. Empecemos con diez, con cincuenta, con cien. Vamos saltando ganancias, cuadros, escenas, cenas, debates y plusvalía.
Luego ya, sigamos por inversiones de riesgos a corto plazo. Una noche en mi cama, otra noche en la suya. Desayunos compartidos, y si quiere, fuera de casa también. Podríamos poner sobre la mesa, de buenas a primeras, todo lo que va de nosotros en cuanto a expectativas.
De entrada, primero la escucharía con atención, y ya luego, le daría un cheque de confianza como para poner a andar nuestra empresa, sin prisa pero sin pausa, y con todos los privilegios que llevan de sí mi garantía. Usted, si es inteligente, sabrá apreciar en cálculos las generosas ganancias.
Así pues, le dejo unos días y sus noches para que lo piense con su almohada, entre sábanas urgentes y sueños ardientes para que lo vaya analizando hasta dentro de una semana. Hasta entonces, la dejo con sus ganas, pero pensando en sus réditos.
Un beso en la frente, y si lo cree oportuno y ya tiene alguna respuesta, tiene mi número. Espero su llamado.
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