Es menester, amiga mía
Es menester que nos hagamos con las estaciones; que tomemos las noches por asalto y, desnudos, le enseñemos a la oscuridad la libertad que esplende adentro de nosotros.
Es menester que nuestros labios se partan contra los muros de la soledad y nuestros cuerpos le enseñen a la ausencia el rostro triunfal del amor, consagrados eternos a los deseos.
Es menester robar una flor, en el jardín cansado de las horas, y desgarrarnos las vestiduras debajo del ventilador de las convenciones austeras y mezquinas que nos condenan.
Es menester, amiga mía, que pongamos a rodar el universo pleno de los placeres por debajo de nuestra piel, cuando el silencio todo nos invade en forma de torbellino entre las venas.
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