La noche está fría

La noche esta fría, amor; fría como la ultima vez; como frías nuestras sábanas después del amor, cuando ya ha pasado mucho de nuestras últimas lágrimas después del adiós. Fría como nuestra piel, como el vacío que nos crece aquí adentro, más allá de la distancia.

La noche está fría, amor, y los recuerdos compartidos ya no llegan a arder en nuestras almas, como cuando le ganábamos terreno a la desidia. Hace frío como cuando el silencio se hacía entre nosotros, como cuando no nos alcanzaba para ser, como cuando no nos encontrábamos en medio de nuestras necesidades.

La noche está fría, amor; y los libros y canciones, las melodías y estaciones, que nos acompañaron nuestras horas, también. Porque aunque duro sea, todo se nutria de esa forma cómplice con que crecíamos en nuestro ser. Todo yace allí, ahora y al descuido, recordándonos lo que un día llegamos a ser.

La noche está fría, amor; y quién como nosotros para abrigarnos del mundo, como cuando todo se desmoronaba a nuestro alrededor y cantábamos indolentes, y nos amábamos furiosamente, porque no había más templo ni Dios, que el gesto divino de nuestros cuerpos en las llamas del amor.

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