Ando queriéndote

Ando queriéndote como se quieren las bocas con hambre cuando se juntan, cuando se comen las unas a las otras en el ardor de los amantes, cuando se gustan y se persiguen o como cuando se siguen y se dan caza.

Ando queriéndote como se quieren las sombras con los excesos, más allá de los aprietos; como andan los pájaros copulando con los vientos; como se quieren los ojos cuando coinciden en las miradas.

Ando queriéndote como se quieren los que realmente se quieren; como los que se rompen el alma en un beso, en las diez mil y una caricias de los cuerpos, en el éxtasis de los sexos, en los suspiros que nos dejan con las prendas por el suelo.

Ando queriéndote como se quieren los sueños más allá de las distancias y de los tiempos. Queriéndote a labios partidos, secos de necesidad y urgencia, como los pensamientos que se afilan en el rigor de los deseos.

Ando queriéndote como a lluvia de verano y como a escarcha de invierno; queriéndote a rabia y a desconsuelo cuando me faltas, cuando te quiero por debajo de mis caderas o por encima de todos los cielos, o cuando el paraíso asemeja al vuelo de mis manos entre tus cabellos.

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