Palpábamos las voces
como queriéndonos escuchar
como si tuviéramos aún viva
la esperanza de encontrarnos
mirábamos cada uno el techo
cuando el desvelo
nos besaba en las frentes.
Debimos besarnos a fondo
los abismo,
cuando aún estábamos a tiempo;
pero los días eran distantes
y las noches eran urgencias.
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