De los desvelos
Me enciendes
con el primer beso de tu mirada
y a tan solo unos pasos
el temblor de tus labios... abraza
entonces, te enciendo en leve roce
o en el fragor de mis deseos.
II
Puedo caminar a ciegas y al descuido
por el borde sigiloso de mis deseos
caer... o dejarme caer, profundo
en el pozo hondo de tu vientre
o en el abismo de tus gemidos.
¡Esa es la bella oscuridad de tu nombre!
¡Ese, el éxtasis primigenio y explosivo!
III
Dormir en ti,
y despertarme en ti
trastornando las vigilias
o trastocándolo todo
para soñarte nuevamente.
IV
No es que yo me crea
en el portal del infierno
pero, ¿qué puede importarme arder
y revolverme todo en ti,
aunque más no sea una eternidad?
V
Nada. Acaricio tu sombra
en la idea de este ida y vuelta;
y en el revés... y en el reverso
de estas sábanas y almohadas.
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