Breves instantes o eternidad que me abraza;
caigo a tus pies... heridas que me desangran.
Sombra que ilumina los pasos de las lenguas
en el deber de los cuerpos que se aman a destajo.
Un nosotros en la confusión de las noches...
y mis besos que te buscan para calmar su sed.
Y te busco y te encuentro ahí, entre los gemidos
en la certeza de la conquista lograda y el festejo.
Sombras en las penumbras, o el infinito encuentro;
siluetas que se dibujan en las pieles de los deseos
y la santidad de las palabras que se callan y tragan
o la felicidad de la sangre que se exalta a sobresaltos.
Incandescencias de una intuición de dos almas;
de los dos que se aman múltiples y universales,
que se claman entre sí, unidos desde la superficie,
y se adoran... en una mística ceremonia ancestral.
lunes, marzo 17, 2014
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