Yo besaba tus blancos tobillos
como a la espera de un aguacero.
Yo me deslizaba por la costanera,
y acariciaba tu vientre de espuma.
Una a una, en lo que caía la tarde,
las bravas olas hundían mi nave,
y nos rompíamos frente al puerto,
sobrevivientes tras las tormentas.
lunes, marzo 17, 2014
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