Paso de no verte;
y quisiera más que acariciar las sombras de los sueños
que me dejas al despuntar la mañana.
Ruidos de tacones, junto a la puerta, se acercan.
Uno bien podría infartarse de la emoción,
incierta, del engaño o de la confusión
malvenida desde la misma soledad.
Uno es lo que su sombra demanda;
o bien, puede ser el rayo que ilumina,
que echa luz a otros, extremo de uno mismo y más allá,
o bien besar, llegando y tocando el timbre,
y abrazándose con ternura al picaporte.
Unos... quisiéramos ser otros y huir.
lunes, marzo 17, 2014
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