PROSA UNO
¿Puede acaso, amarse a irreverencias?
Pues yo amo a destajo de mis antojos;
amo como mejor me sale;
recreando el verbo a disciplinamiento
de mi capacidad absoluta de amar
desde las sombras más profundas del abismo.
PROSA DOS
Me enciendo un cigarrillo,
tras la promesa postergada de abandonarlo.
Pero eso no importa, lo que realmente importa
es echar a andar una maquinaria celeste,
solo comparable con aquella otra,
articulada por palabras, frases o versos.
Esta maquinaria se mueve lentamente, o más bien,
al ritmo propio de sus certezas a ser corroboradas.
jueves, marzo 06, 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
LA CARROÑA
Dios me libre de esos feligreses que vienen de ser carroña asquerosa, que liban a diario los jugos pútridos del verso malogrado ...
-
Arthur Fleck escribe en su bitácora de bromas, reflexiones y desatinos, el simulacro de un poema que, como nunca ni nadie, me...
-
Vos recogiste con ternura pedacitos de mí por todas partes y me volviste a armar nuevamente, hombre, barro y voz, en tu mirada; y me hici...
-
Mientras ese desahuciado intento de astro titilante brilla allá arriba, aquella triste y fascinante mariposa de la noche revolotea más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario