domingo, noviembre 30, 2025

V. LA MÚSICA DEL ANHELO


Cuando te pienso,
el mundo pierde contornos
y solo queda la música del anhelo.
Todo se vuelve un rumor de respiraciones,
una corriente invisible
que me lleva hacia ti sin nombre.

No hay palabra que iguale
al temblor de tu silencio junto a mi boca.
Allí donde callas,
mi alma entiende.
Allí donde tiemblas,
mi cuerpo responde.

Tu nombre se pronuncia mejor
entre las sombras y los besos,
donde la voz se confunde con el deseo
y el aliento aprende a decir la verdad.

Eres la fiebre más dulce que ha tenido mi cordura,
la calma que arde,
la herida que reza.

En tu cuello,
el pulso del tiempo se rinde.
Y cuando tu mirada me toca,
la realidad se despoja de toda ropa,
como si quisiera unirse al milagro.

La luz en tu cabello
es la promesa de un amanecer que nunca termina,
una llama quieta
que me recuerda que amar
es también mirar arder.

Cada vez que respiras cerca,
mi alma recuerda
que también tiene cuerpo.

Hay un eco de inocencia en tu deseo,
y eso lo hace aún más irresistible.
Si alguna vez fui mar,
fue solo para reflejar
la hondura de tu mirada.

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