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- Prólogo a: Incendios del vértigo
Hay libros que iluminan como un relámpago y otros que abrasan como una hoguera inextinguible. Incendios del Vértigo pertenece a la segunda estirpe. Es un poemario que no se conforma con el mero fulgor pasajero de la palabra, sino que se consume en su propio ardor, dejando en el lector la ceniza vibrante de lo irrepetible.
Desde el primer verso, nos enfrentamos a una obra donde el lenguaje se exalta y se fragmenta en un vértigo de imágenes que oscilan entre lo carnal y lo metafísico. La voz poética se despliega como una llamarada insaciable: "Tú ya vas siendo el pálpito que destila las horas, / un latido insurrecto en la clepsidra de la noche" (Reloj de fuego), anunciando la urgencia de un tiempo que no se mide en minutos, sino en pulsaciones.
El amor, el deseo y la ausencia son pilares fundamentales de este universo poético. La caricia aquí es epifanía y tormento: "Voy a soñarte en la urdimbre de mis vértigos, / tejida de jadeos y filamentos de luna mustia" (Sueño convulso en la trama de las sombras). El deseo no es solo encuentro, sino destino inevitable, una caída infinita hacia el otro: "Si en cada susurro desatas un cosmos / y en cada silencio incendias el infinito" (Reloj de fuego).
Pero no solo el amor y el deseo arden en estos versos; la ausencia también se vuelve una forma de incendio. En Dismorfía del olvido, el yo lírico confiesa: "Me aturde cada vez más tu cada vez menos", mostrando cómo la pérdida puede reducirse a una ecuación devastadora. La memoria es un campo de batalla donde las sombras de lo vivido insisten en no desvanecerse, y la poesía es el último refugio ante lo irrecuperable.
Incendios del Vértigo es un poemario de extrema intensidad, donde la metáfora se expande con una fuerza casi telúrica y el lenguaje es llevado a su máxima potencia expresiva. Cada poema es un estallido que desafía la calma del lector y lo sumerge en un viaje de luces y sombras, de cuerpos y espectros, de deseo y ceniza. Una obra que no se lee, sino que se sobrevive.
Edward Oppenheim
Montevideo, Febrero de 2025.
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