En el silencio el alma calma;
la quietud es un espejo divino,
la huella de un río antiguo
que solo por su cauce se adivina.
No trae agua —no—, trae el olvido;
el ruido cesa, se hace transparente.
La oración es cosa del monte
y no hay quien prescinda del verbo.
Las bestias, la selva, el rayo
cumplen con su eterna misión:
son partes de un todo presente,
carne sagrada de la creación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario