He buscado siglos tu mirada
en otros ojos, cielos y mares,
y solo en vos comprendo la luz
que a mi sombra siempre responde.
Ya no somos quienes fuimos,
pero en tus ojos de ahora nace
una verdad sin tiempo
que me reconoce y me llama.
Tu nombre ordena mi noche,
tu voz tiene la forma
de una paz nunca pedida
y siempre esperada en mí.
Por eso te escribo: para decir
que mi historia guarda tu sitio,
no como exigencia, sino ofrenda;
un umbral donde elijo encontrarte.
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