Me gusta sentir
que mis versos son una alta torre
o una canción en llama;
que son una hoguera incesante
o una pasión latente en las venas.
Me gusta mucho que sean un suspiro en fuga
y un despertar todo mojado;
que sean un agigantarse al verte o pensarte
o tan solo al intuirte cerca, alegre y sonriente,
saltando entre mis rimas e incertidumbres.
Me gusta sentir que mis versos
son un músculo duro
que salta vivo, enérgico,
exultante, soberbio y vigoroso;
y que se abre paso
entre los blancos y el negro del fondo;
y que no tiemblen ante el silencio
rellenándolo de suspiros, gemidos y besos.
sábado, febrero 15, 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
LA CARROÑA
Dios me libre de esos feligreses que vienen de ser carroña asquerosa, que liban a diario los jugos pútridos del verso malogrado ...
-
Arthur Fleck escribe en su bitácora de bromas, reflexiones y desatinos, el simulacro de un poema que, como nunca ni nadie, me...
-
Vos recogiste con ternura pedacitos de mí por todas partes y me volviste a armar nuevamente, hombre, barro y voz, en tu mirada; y me hici...
-
Mientras ese desahuciado intento de astro titilante brilla allá arriba, aquella triste y fascinante mariposa de la noche revolotea más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario