Los poemas también mueren.
A veces, mueren de pie o al pie
de quienes los hubiese coronado de vida
siendo la gracia de tal inspiración.
Los poemas también mueren.
Yo acabo de matar uno
en el desgarro de este corazón
cansado de estar cansado de tu nada.
Los poemas también mueren.
Pero mueren como los ríos en las crecientes;
arrastrando todo a su paso desolador
heridos por tan absurdas crueldades.
Los poemas también mueren.
Primero, se les pudren los versos
se les secan las rimas y los sentidos
y por último, se hacen polvo que al polvo van.
Los poemas también mueren.
Mueren a traición y por olvido;
pero mueren enterrados vivos para siempre
quedándose ciegos, sordos y mudos.
jueves, febrero 27, 2014
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