Tus ojos se nublaban tras los cristales
como tomando por asalto unas nubes;
y en medio de nuestro concierto diurno
te echabas a diluviar como nunca antes.
A veces, nos contábamos sobrevivientes
luego de haber nadado hasta algún pico
cerca de los cielos, donde no había modo
de que echaras nuevamente a llorarnos.
miércoles, febrero 12, 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
LA CARROÑA
Dios me libre de esos feligreses que vienen de ser carroña asquerosa, que liban a diario los jugos pútridos del verso malogrado ...
-
Arthur Fleck escribe en su bitácora de bromas, reflexiones y desatinos, el simulacro de un poema que, como nunca ni nadie, me...
-
Vos recogiste con ternura pedacitos de mí por todas partes y me volviste a armar nuevamente, hombre, barro y voz, en tu mirada; y me hici...
-
Mientras ese desahuciado intento de astro titilante brilla allá arriba, aquella triste y fascinante mariposa de la noche revolotea más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario