Estoy cansado
al teclado harto de estar cansado.
Llamo a las palabras desempolvadas
les quito el adormecimiento que traen del tiempo
y las visto del sonido ausente
que traen de algún silencio.
Algunas
son ya viejas compañeras de este oficio
otras
son más bien nuevas en estos quehaceres.
Las saco de cajones
desiertos de sentimientos
como quien saca notas, recibos o boletas.
Las miro a contraluz
como queriendo reconocerlas
o darles el brillo para ver
si me sirven para algún poema.
A veces, las dejo a un lado
y otras veces las dejo... simplemente
abandonadas a su suerte en un cesto.
Algunas, no sirven ni siquiera
para hacerle el amor al suelo
y otras tantas servirían
solo para hacer el balance
de un corazón desamado
con sus haberes en rojo
y con las negritas descorridas
por el derrames de algún café.
¡No; no se alarmen!
Es solo que estoy cansado, aburrido y con sueño.
A veces, en estos casos...
es mejor seguir durmiendo
pero, les aseguro que no es tan fácil frente al jefe
aunque ya estoy acostumbrado
a roncar en el disimulo de las palabras.
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