Mi reloj de pared miente. Me miente.
No necesito verificarlo, atrasa.
Lo intuyo de solo sentir
la muerte madurando en mis carnes.
Ella corre más rápido que las agujas.
Nací en un siglo para morir en otro,
solo para tener un cadáver vanguardista.
Mientras mi presente,
más liviano que el aliento del final,
mira con cierto desdén
las pesadas agujas del reloj,
yo sé que el tiempo es una mentira
con un espacio común a modo de fosa
para todos mis muertos.
Nací en un siglo para morir en otro,
solo para tener un cadáver vanguardista.
miércoles, febrero 04, 2015
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