Sin penas ni glorias

Paso primero... me enciendo un cigarrillo;
casi que aún no termino de abrir los ojos.
En las penumbras, absurdamente, tal vez,
doy manos a doquier y te busco. No estás.

Ha sido corta la noche. El vaho del alcohol
persiste tras la trastiendas de mi cansancio
como si se fuera a quedar conmigo... hoy.
Sin restregar los ojos, tanteo nuevamente.

Hoy no estás, otra vez... y como siempre.
Me levanto, dando pasos intrascendentes.
No eres como la luna; estás algo ausente
y la humanidad en mí pasa como invisible.

El gran salto del hombre, del sueño al sueño
ha de ser, finalmente... sin penas ni glorias.
Me incorporo; alisto mi café, y por un instante,
al pasar junto a la ventana, me fugo en vuelo.

He llegado donde mis recuerdos más lejanos;
están allí... donde mismo los dejé al partir.
Llego hasta el viejo baúl, y sin siquiera abrirlo
me vuelvo presto a mi presente. Listo mi café.

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