No es que llueva
es que me llueves
ahí, donde el sol
no hace de las suyas
donde cada cosa
te recuerda aún viva
pero tan lejos,
como las nubes que mojan.
No es que llore;
es que me llora por dentro
es que el sol me deshidrata
como fruto partido
y ya ni el gusto
me sabe a encanto;
y me enredo en aguas perdidas
en tiempos de sequía.
No es que nos dejemos;
es que seguimos distintos
mirándonos
desde extremos enfrentados
como esos edificios
que se saben todas sus historias.
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