La última cena

y el nazareno nos enseñó a resucitar
y tuvimos que andarnos con mucho cuidado
por si los amantes de la muerte
nos denunciaban

tuvimos que aprender
a hacer de nuestras cenas, la última cena
y convidarnos entre sí
y devorarnos, el uno a la otra y viceversa

tuvimos que buscarnos
entre los olivos
cuando la oración final
eran nuestros cuerpos

y no éramos más que maestros y discípulos
unas veces uno; otras veces la otra
indiferentemente.

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