sábado, abril 19, 2014

Desandando ruinas



No tengo más ganas que las de dejarme llenar los pulmones de aires, y las de seguir escribiéndote aunque ya no me leas... ni siquiera para ignorarme. Como si todos los buzones del mundo se hubieran tragado sus bocas; y los carteros todos, en huelga de amores.

Esta noche debo romper copas con los dientes de un verso; vestidos desusados; desamores con la etiqueta aún pegada, en el revés de todos los silencios desnudos. Debo robarle al fondo de una botella, las últimas gotas de sangre que me ha bebido, en esta borrachera de la existencia.

No; no creas en mis delirios. Sería tristemente clásico enamorarse de mí. Solo te queda dejarme pasar, como se hace con las aguas del río, donde siempre me verás lavándome las manos.

Estos labios de ríos, de sangre herrumbrada, no saben a besos de amor ni a pasión de los encuentros clandestinos. Mejor, sigue las nubes montadas sobre el viento. Vete y olvida, pero vete.

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Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...