Me he de quedar parado bajo la sombra
sin siquiera preguntarme si soy o no soy
o si pienso y, por lo tanto, luego existo.
No, nada de esos, ¡delirios metafísicos!
Sentado a la orilla de un río de aguas frescas
no pensaré que este río es el mismo y otro
ni al ver los pájaros en pleno vuelo
negaré el movimiento del universo.
Disfrutando de la cálida brisa de la mañana
cuando la inmensidad despierta a mis sentidos
no daré crédito al mundo de las ideas
cual si de ellas derivase la belleza de lo que veo.
Y no es que no me guste la reflexión filosófica
pasa que, prefiero sentir en el beso de tu boca
en la experiencia existencial y mística
que revitaliza el ser de mis antojos.
Creer en ti, para luego existir, no es alternativa
ni lo es el no creerte, e igual seguir muriéndome.
Tampoco lo es el no tenerte ni tocarte
prueba del valor divino de las palabras.
No lo es, pero pudiera; y si lo tal estuviera siendo
aún cuando fuera materia corruptible de todo sueño
entonces, la mente del soñador despierto ya sabría
que el sueño que sueña, es sueño de otro soñador.
sábado, abril 05, 2014
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