Quizás uno, tal vez el otro
insistiré infatigablemente en mi "¡no quiero!"
porque no es capricho mío este dolor impío,
ni es mero regodeo en las entrañas del sufrir.
Hemos sido dos los que debimos renunciar;
ni uno más que el otro, hasta que se muera.
Pues estas cosas deben morir, como muere
el sol, de a poco, vistiéndose de anochecer.
Quizás uno, tal vez el otro... pueda renacer,
y amanecer con los restos de lo que fuimos.
Quizás uno, tal vez el otro... seremos olvido
nutriendo en el saco gordo de los recuerdos.
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