Nos dimos en crear la resistencia
desde los resortes vencidos de nuestra cama.
Las almohadas no paraban
los disparos de nuestros besos;
y las caricias bajas
eran una infracción poco tolerable
pero a su vez, adictivas.
Si un cuerpo no arde por amor
tampoco puede servir para la guerra.
Amanecer con tus labios pariendo soles
hablaba amorosamente
y a su modo, sobre lo que había sido
la copulación de las noches entre mis brazos.
lunes, junio 30, 2014
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