El otoño desde mi balcón
es aún más generoso
que mi pobre corazón desgajado.
En él, en el otro, puedo percibir
el amable gesto de la tristeza
como belleza que canta armónica
la frescura de estar aún vivo.
Sangre y savia de ciclos opacales
en un colorido rojo-dorado y azul.
El tiempo del sueño y la canción
y de las eternas despedidas
del adiós crujiente bajo los pies
o bajo un sol que ya no nos fulmina.
El otoño desde mi balcón
es aún más generoso
que mi pobre corazón desgajado.
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Quería mandar un dulce y apretado abrazo a tu pobre corazón desgajado...pues lo siento palpitar, más bravo y más fuerte de lo que tú mismo imaginas. Ya que por experiencia sé que el corazón es un músculo muy versátil, un camaleón ardiente que se reinventa en todas las estaciones. Abrazos, mi querido mudo.
ResponderEliminarQuería decir...mi querido MUSO. :)
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