La vida sin sueños

Dime, ¿cómo no amarte
si tus brazos eran de llamas vivas?
y, ¿cómo dejar de pensarte
distante de los amaneceres
si toda tú eras un despertar
como excusa ardiente del fuego?
No, esto no es posible.
Y la vida sin sueños
es solo un juego
de luces incandescentes
apagándose
entre los rumores de la ausencia.
Y si te ibas por algún tiempo
¡ay, si te ibas...
ausencia-esencia de mis desvelos!
ya ni la muerte tenía
ese romántico atractivo
antes los ojos desencajados del día.
Era algo así
como el todo insufrible del horizonte
o como aquella lava candente
consumiendo de a poco las horas.
¡Oh sí, mi oscuridad flagelada!
desgaste en telares de savia
entramando los rastros de pasos
que se alejaban en la madrugada.

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