Lunes de caos musical


Desayunarte, ¡oh, lunes de hastío!
es como batallar sin amor el sexo.
Así te me haces latente, en tu ser
de comienzo de reproches diarios.

¿Y si te quisiera con todos tu horrores?
Lo he pensado mil veces. Lo he sentido.
Entonces, mi espíritu ha entrado triunfal
al desmembramiento de los antagónicos.

¡Oh, lunes de aspiraciones banales!
en tus ojos de domingo de derroche
me reincorporo al pie de lo cotidiano.
¡Luces incandescentes, despierten!

Paso por los portales de la nueva ciudad,
y ordeno que todo debe arder sin disimulo.
Los hogares todos, las viejas costumbres,
las tradiciones de tiempos remotos, ¡todo!

¡Las ciudades desintegran sombras!
el renacimiento de las nuevas horas.
¡Todo deviene!, ¡Es el eterno retorno!
¡La vida por delante, los sobresaltos!

Y me prometo... que sobre estas ruinas
edificaré un palacio en espuma efímera;
que haré las horas y hasta el sin tiempo;
que me daré al cultivo del dios del sueño.

Al cabo, la calma se asienta en uno.
Los pasos se aceleran hacia un café
y ella... feliz espera, la gota de rocío.
¡Hoy, la lluvia está preñada de ilusión!

¡Los pájaros trinan la renovación de la luz!
En las plazas, las fuentes cantan silentes
el juicio que ahora olvida la voluntad ciega.
Todo es parte de un caos musical urgente.

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