LA COMPAÑÍA
Cuando el amor no es ya
cosa de noches y de desvelos roncos,
de sábanas agitadas y deseos,
las caricias van del abrazo
al roce íntimo de unas manos
que buscan sin sed ni hambre
el calor preciso que da la compañía,
en medio del bostezo sordo
de la oscuridad, la juventud
y los excesos, que no abrigan,
no alimentan ni ceden a la ausencia
una vez que los cuerpos descansan.
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