Nunca hubo lluvia
que no inundara su mirada,
ni cuarto deshabilitado
por la desesperanza.
Así la conocí...
con sus párpados de lágrimas
y su voz de venir
de andar ahondando los infiernos.
Sus palabras
empapelaban de blanco a las mías,
cuando asistíamos
al festín de los silencios mutuos,
con un verbo de sangre
flotando en el espacio. Ella...
afilaba su sonrisa de navajas
en el péndulo pétreo de mis ansias.
martes, agosto 12, 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
LA CARROÑA
Dios me libre de esos feligreses que vienen de ser carroña asquerosa, que liban a diario los jugos pútridos del verso malogrado ...
-
Arthur Fleck escribe en su bitácora de bromas, reflexiones y desatinos, el simulacro de un poema que, como nunca ni nadie, me...
-
Vos recogiste con ternura pedacitos de mí por todas partes y me volviste a armar nuevamente, hombre, barro y voz, en tu mirada; y me hici...
-
Mientras ese desahuciado intento de astro titilante brilla allá arriba, aquella triste y fascinante mariposa de la noche revolotea más...
No hay comentarios:
Publicar un comentario