martes, agosto 12, 2014

Versos perdidos II

Lo bonito... no era solo su mirada;
sino el sol naciente de sus ojos.
Ella no llegaba, solo despertaba
y el día se rehacía, de extremo a extremo.

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Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...