Nunca hubo lluvia
que no inundara su mirada,
ni cuarto deshabilitado
por la desesperanza.
Así la conocí...
con sus párpados de lágrimas
y su voz de venir
de andar ahondando los infiernos.
Sus palabras
empapelaban de blanco a las mías,
cuando asistíamos
al festín de los silencios mutuos,
con un verbo de sangre
flotando en el espacio. Ella...
afilaba su sonrisa de navajas
en el péndulo pétreo de mis ansias.
martes, agosto 12, 2014
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Hasta aquí
Hemos llegado hasta este punto, arrastrados por el deseo mutuo que nos quemaba bajo la piel, en esto de leernos, hablarnos y escucharnos, y...
-
Hay una belleza singular en lo feo como hay cierta ternura en la crueldad, reveses de un único gesto que pueden romper el alma de un tira...
-
Usted y yo solemos vibrar con las mismas notas. Yo llego hasta sus labios hecho pedazos y usted me reincorpora y reconstruye de un solo bes...
-
Vengo de pensar en tus labios; en el beso que precede a todos los besos, en el beso primero, en el beso fruto de los excesos, en el bes...
No hay comentarios:
Publicar un comentario