Son todas las noche la noche,
tu piel sobre mi piel, conquistando,
haciendo el amor sin códigos,
libres como tu puta madre,
como tu maldito padre y como Dios.
Son todas las heridas la daga,
el cumplido sobre el fino hilo de sangre,
tu progenia indigna, tu beso,
la embestida directa al vientre,
tu órgano lingüístico podrido.
Son todos los insultos un merecido,
tu tortura como escena primordial,
el sexo sucio de tu cerebro infecto,
el canto doblado como susurro perdido,
tu palabra como papel manchado.
Son todas las sombras la intención misma,
la hoguera que calla y arde hacia adentro,
la nostalgia de la caricia desconocida,
la letra que con hierro entra y marca,
la enseñanza de haberlo sabido todo.
Son todas las juergas la misma fiebre,
¡salve el error!, la nueva civilización,
los pasos sembrados entre las noches,
el aullido y la humillación como estandarte,
lo que nos falta en medio de lo que sobra.
Son todos los nombres el nombre,
el roce divino en medio de lo profano,
el reencuentro de lo pagano, del humo,
con el único y desconocido nombre Dios,
la sal, el delirio y la infinita reencarnación.
miércoles, abril 08, 2020
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