Me tienes con el pulso acelerado,
con el deseo vestido de piel,
con este hambre de nosotros,
devorándonos a cada instante,
haciéndonos agua, lluvia y vapores.
Me tienes con el pensamiento allí,
contigo y en ti; con la sangre alborotada,
con el sexo irracional e intuitivo,
con las manos agitadas en el vacío
por tomarte por detrás y contra la pared.
Me tienes a las puertas del infierno
esperando la bendición de tu sexo
y en la explosión de todas tus fuerzas,
con mi cuerpo haciéndose parte de ti
en el desgarro de un puñal que te alcanza.
Me tienes a fuerza y pasión descontrolada,
a suspiros que devienen en gemidos,
a palabras ininteligibles que brotan
y me florecen en un vientre en llamas,
en el altivo amanecer de mis ansias.
Me tienes, me rodeas, me cruzas,
me sostienes, me partes, me recreas,
me esculpes, me inspiras, me rehaces,
me sueltas, me agarras, me estrujas,
me pulsas, me comes, me devoras.
Me tienes a regañadientes, embravecido,
potro desbocado sobre tu vientre,
lengua afilada al roce de tu aliento,
señor de tus anhelos y pulsaciones,
de tus pulsiones de muerte pasajeras.
Me tienes destino final y comienzo abismal,
como camino y hogar para tus deseos,
como animal sediento por tu saliva,
como mendigo a las puertas de tu instinto,
como criminal al acecho de tus delirios.
Me tienes, te tengo, y no hay como tenernos,
no hay como ir por nosotros y encontrarnos
en el desborde de las horas sin tiempo,
en abrazo que forja nuestros silencios,
en la soledad que nos huye espantada.
miércoles, abril 08, 2020
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