Mi vida fracturó puertas
con cerrojos
y dejó echar luz
desde adentro
para marcarte el camino.
Solo debías pasar, y lo hiciste.
Solo debías entrar, y lo hiciste.
Desde entonces, ambos,
nos desvivimos por y para el otro.
Hemos aprendido a amarnos
en un reflejo embellecido
para saber acompañarnos
cuando nuestras soledades
se encuentran en un abrazo.
El mundo no ha visto ni verá
desde entonces
a seres más felices
latiendo a unísono
en dos corazones fundidos.
lunes, junio 30, 2014
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