Esto no es una elegía;
ni siquiera podría romper en voz
la pena que me atormenta.
Las horas pasan, leves para mí,
mientras a ella le tiritan,
en archipiélagos de muerte,
las manos de paloma en escarcha.
Su gesto se irá, su voz, su melancolía.
La infatigable noche se irá,
sus penumbras de olvidos;
se irá todo; nos quedará el vacío.
En casa, los muebles, las sombras
la tos de temblores sagrados
tras las puertas, en los pasillos,
se irá todo, y no quedará nada.
Esto no es una elegía;
nunca podría serlo,
para quien escapaba, con horror,
de los incontables dolores del pasado.
lunes, junio 30, 2014
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