ELLA PERSISTE EN SÍ
Solo ella persiste en sí
-como la piedra en la piedra-
y como enseñó Spinoza;
solo en sus sombras se revuelca
e insiste en su normal propensión
de ser las espinas de la rosa,
o el gesto austero escapando
por las ventanas antes de ser
luz de la ternura o unos labios
abiertos a la humedad sin lluvia,
la semilla de unos años prósperos,
por ser la desaparición y la noche.
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